Desacuerdos y odios

Carlos G. Reigosa
carlos g. reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

05 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No es lo mismo estar en desacuerdo que odiarse. Pero, en la España de nuestros actuales políticos ya no está muy claro qué es falta de acuerdo y qué es odio, porque demasiadas veces lo uno desemboca en lo otro. 

Presten atención a los discursos y escucharán el ruido intenso y agresivo de las pendencias en curso. No hay nada más lógico que cada fuerza política desee obtener los mejores resultados, pero no a cualquier precio. Desentenderse de la política lleva a ser gobernados por los peores.

Se le atribuye a Sócrates el dicho de que «cuando el debate está perdido, la calumnia es el arma del perdedor». Y lo traigo aquí porque empiezo a creer que el debate de verdad, el debate útil y productivo, se ha ido debilitando entre nosotros, para descender hasta la descalificación y el insulto. ¿Con qué argumentos? Lo dijo Martin Luther King: «No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena». Porque, por esta vía, crecerán los desacuerdos y aumentarán los odios.

Tenemos los políticos que tenemos y que hemos elegido democráticamente, pero, a veces, nos preguntamos cómo ha podido llegar todo esto, esta crispación. Y cuando uno trata de explicarlo, no encuentra con facilidad una respuesta satisfactoria.

Así que nos toca seguir remando. Y quizá también rezando. Porque el horizonte (ojalá me equivoque) parece plagado de desacuerdos, tensiones y odios. Y quizá solo podrían impedir todo esto unos resultados benéficos y conciliadores, en manos de unos políticos creativos y deseosos de entronizar el bien común como un horizonte verdaderamente compartido.

De no ser así, todos seguirán cegados por el fuego que llevan dentro. Y el resultado no será bueno. Lo dijo Lord Byron: «El odio es la demencia del corazón».