Manual de supervivencia

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Emilio Naranjo | Efe

12 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Nos habéis jodido, de verdad te lo digo». Esa fue la frase que Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid y militante de Ciudadanos, le dijo a Pablo Casado. Es en sí misma todo un artículo de opinión, un diagnóstico del calvario que empiezan a sufrir los partidos implicados en el calentón del miércoles, que algunos llaman tsunami o terremoto. Ignoro lo que habrá respondido el señor Casado, pero probablemente haya sido algo así: «Os habéis jodido vosotros mismos por lo que hicisteis en Murcia. Si no hubieseis presentado allí la moción de censura, ni Isabel Díaz Ayuso ni yo habríamos reaccionado con la expulsión de vuestro partido del Gobierno regional de Madrid».

Ante esta situación, cuyo desenlace final nadie conoce, creo que se pueden hacer tres reflexiones. La primera es que toda la derecha se enfrenta a un combate a vida o muerte. Si hay elecciones en Madrid y Ayuso gana por mayoría absoluta, será a costa de Ciudadanos, con lo cual este partido quedará seriamente tocado. Si gana la izquierda y el PP es apartado de su tradicional feudo de la Comunidad de Madrid, los dos partidos que hasta ayer gobernaron en coalición quedarán inhabilitados para entenderse en el futuro, en el caso de que alguno sobreviva. Es el altísimo precio que la derecha pagará por sus particulares idus de marzo.

La segunda reflexión es que quizá falte lo peor de este festival de vanidades. Falta la compra de votos en Murcia, que deben estar alcanzando una valoración altísima, porque el voto de un tránsfuga vale un gobierno. El recuerdo del tamayazo aflora en demasiadas memorias, aunque pueda cambiar el formato. Y falta el papel de la Justicia, que será la que dirima si en Madrid hay elecciones o moción de censura y, sentencie lo que sentencie, se verá contaminada por la ideología. Sería tremendo para quienes ya dudan de su independencia.

Y la tercera reflexión es que la derecha tiene la piel muy fina y se sigue suicidando por su tradicional enfermedad infantil: el personalismo. Hagamos una comparación con la alianza del Partido Socialista y Unidas Podemos: ¿puede haber más discrepancias que las que ellos mantienen? No hay día sin conflicto. No hay tarea de gobierno en la que estén de acuerdo desde el principio. Y tampoco hay coincidencia en los grandes asuntos de Estado, desde la monarquía y el pacto constitucional al derecho de autodeterminación. Y, sin embargo, resisten. Discrepan, pero no rompen. Siempre visten la discordia con el traje de dos partidos distintos y eso les sirve para aguantarse y seguir. Es que son realistas, leñe. Es que saben que la ruptura de la coalición sería la pérdida del poder. Es que han llegado a la conclusión de que es mucho más lo que les une que lo que les separa. Por eso duran. Por eso pueden agotar la legislatura y pensar en ganar la siguiente, por mucho que gritemos que así no se puede gobernar.