Soy mujer y soy sensata

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

Oscar Vázquez

07 mar 2021 . Actualizado a las 12:32 h.

No repitamos errores

Mañana voy a ir a la huelga, por ser mujer, por trabajar dentro y fuera de casa y porque puedo. Desde algún sindicato nos animan a participar en manifestaciones, guardando estrictamente las medidas de seguridad. Suelo ir a esa manifestación pero el año pasado no fui por miedo a contagiarme y eso que no sospechaba el horror que vendría después. Hoy lo sé, soy consciente del peligro que corremos y tampoco pienso ir. Me parece una gran insensatez. A cambio intentaré ser mejor compañera, no solo ese día si no el resto del año. No juzgaré a ninguna mujer porque quiera pedir una excedencia para cuidar a su hijo o que reduzca su jornada para seguir dándole el pecho hasta que le apetezca. No tendré envidia de esa compañera porque ascienda más rápido que yo, si no que aceptaré que es más inteligente y trabajadora y se lo merece. Creo que eso es lo que deberíamos hacer todas las mujeres trabajadoras, apoyarnos unas a otras. Eso es lo importante y no una manifestación que podría matar a muchas personas. Ana María E. L.

 Las hermanas de Felipe

En su artículo «Infantas vacunadas, corona contaminada», el señor Ónega se equivoca al indicar que las hermanas del jefe del Estado español son señoras particulares. En absoluto lo son. Gozan de privilegios nada desdeñables que se sufragan con dinerito del Estado, dinerito de la hacienda pública a la que su padre (y la misma Cristina, que nos «conste») pretendió no contribuir dando un lamentable ejemplo al que como monarca estaba obligado y, por eso, ahora, tarde, mal y a rastras, regulariza lo mínimo por necesidad una vez que se ha difundido su «real» modo de vida. Por explicitarlo más obvio sin querer resultar pesada alargando la lista de las evidencias, recordemos que estas dos ciudadanas, en su calidad de hijas y hermanas de jefes del Estado, disfrutan de escolta oficial (incluido el cuñado presidiario), utilizan las instalaciones de la Zarzuela a su antojo, en tanto que las consideran «la casa/finca» de su madre y de su padre; se benefician de otras muchas prebendas entre las que se hallan sus propios «puestos de trabajo», los desplazamientos que conllevan operativos y seguridad especiales, el tratamiento que se les ha de dispensar... sin olvidar el uso de las cuentas no declaradas de su padre, por ejemplo. Ninguna de ellas tampoco ha renunciado a sus derechos dinásticos, por lo que -carambolas del destino mediante- podrían devenir ellas mismas un día en jefas del Estado. Y, si así fuera, que Dios o la República lo eviten, toda vez que ha quedado acreditada su laxa moral y dudosa ética. Y por más rancio y machista que sea, que lo es, viene aquí muy a colación el aserto latino aquel «la mujer del César, además de ser honesta, debe parecerlo». Estas personas ni siquiera se preocupan de parecerlo. Manuela Iglesias Sanmarco.