Coraje de campeona

Francisco Martelo LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

Kiko Huesca

16 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las camas de nuestros hospitales han cambiado de clientes, pero no porque hayan variado las patologías que había que atender hace un año, sino porque una nueva enfermedad se ha hecho muy prevalente y condena a la falta de asistencia a otros pacientes con dolencias graves. La situación es preocupante, porque se van a morir enfermos que sin la presencia de la pandemia acabarían curándose. Es aquí donde se necesita la sensibilidad y el sentido común de los profesionales sanitarios para tomar decisiones acertadas. Tendrán que tener el permanente respaldo de una dirección política capaz de obtener, movilizar y dirigir los recursos, y mantener la moral de la población en una situación de crisis social y económica tan difícil de costear en el tiempo. La facultad para aceptar y cumplir con las obligaciones depende de la personalidad y de la formación de cada individuo. Pero es precisamente esa capacidad la que decide la diferencia a la hora de hacer lo que se debe. Parecen más útiles que nunca las palabras Marañón en Raíz y decoro de España: «El afán de acumular derechos ha socavado y socava el sentimiento del deber, que es un eje esencial de nuestra vida». Posiblemente tiene que ver con la falta de formación y la vulgaridad educativa porque, está claro que cuanto más limitada es la instrucción más difícil es cumplir con las obligaciones alejadas de la rutina diaria.

Esta situación ha llevado a políticos mediocres a basar su lucha de manera primordial en la vacuna, remedio del mal, comunicando en sus comparecencias públicas que el próximo verano se conseguirá la inmunidad de grupo al alcanzar la vacunación el 70 % de la población, lo que teniendo presentes las cifras que manejan, los sitúa en un nivel de discalculia que no tiene un niño de siete años aprendiendo a multiplicar. Acabarán achacando la culpa de sus males a las empresas farmacéuticas como Pfizer que dijo tener —en un momento determinado de la pandemia— unas instalaciones con poca capacidad de producción, por lo que, tuvieron que detener la fabricación para remodelar la fábrica. Sin embargo, habían priorizado ser los primeros en obtener los beneficios económicos frente al sufrimiento de la población.

Para embarullarlo más, el presidente del Gobierno, intentado controlar otro campo de batalla, ha situado como comandante de su partido en la lucha territorial catalana, al que hasta hace unas semanas había sido responsable del Ministerio de Sanidad, con competencias descentralizadas, pero con la responsabilidad del estado de emergencia sanitaria de nuestro país. No se han complicado la vida con la nueva elección de la ministra. Me vino a la cabeza la intervención de un compañero médico que le espetó al máximo dirigente del Insalud —este era economista de formación igual que el ministro que le había nombrado— en el Gobierno de Felipe González. «Esto es como si en los buques de la Armada, los capitanes fuesen economistas. Se ahorrarían muchos misiles, pero se perdería la guerra». Le deseo a Carolina Darias suerte y todo el coraje de su tocaya, la campeona Carolina Marín para ganar nuestra guerra.