Sí, yo también. Yo también lo había simplificado. Era más fácil juzgar desde la distancia y aplicarles a todos por un solo patrón con las peores cualidades del ser humano. Yo tampoco lo comprendía porque ni siquiera me había parado a conocerlo y analizarlo. A veces se cometen errores y lo mejor es intentar enmendarlos. He aquí mi acto de contrición para con una generación a la que había prejuzgado. Al contrario de lo que pensaba, no todos van por la vida con aires de príncipe andorrano. Hay quien entiende lo que significa tener un sistema fiscal progresivo y que tributar desde luego no es que el Gobierno te atraque con una pistola en la mano. Que aprender a leer, poder ir al médico, desplazarse por tierra, mar y aire, desarrollar vacunas y abrir el grifo sin preocuparse depende de los impuestos que todos pagamos. Que hay mucha gente que desearía tributar al 45 % porque significaría que su economía es tan desahogada que ya no tendría que preocuparse por la cesta de la compra, la letra del coche, la hipoteca y ese gasto imprevisto que este mes le ha dejado la cuenta temblando. Fiscalidad progresiva significa que pagan más los que más han ganado. Desde aquí, gracias a quien se ha parado a explicarlo. Después de aquel Hacienda somos todos, la mejor campaña de conciencia fiscal la ha hecho en 2 minutos Ibai Llanos.