Wi-Fi 6

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

28 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que volvemos a confinarnos es un buen momento para hablar de la evolución de las tecnologías de conectividad wifi. Todo el mundo tiene más o menos claro qué es el 5G y cómo está cambiando no solo la forma en la que nos comunicamos las personas, sino su repercusión en todos los sectores económicos, ya sea el financiero, el industrial o el médico. Pero con las interconexiones inalámbricas diseñadas para distancias más reducidas hay un desconocimiento y en general se tiende a pensar que la wifi que nació en 1998 es la misma que la que tenemos hoy en día.

El último estándar de conectividad wifi desarrollado por la IEEE Standards Association es Wi-Fi 6, también conocida como Wi-Fi 802.11ax, y supone una notable mejora en la velocidad y la eficiencia energética, a la vez que reduce la congestión en momentos de uso de ancho de banda masivo. Wi-Fi 6 se creó precisamente para hacer frente al creciente número de dispositivos conectados en el mundo del Internet de las Cosas.

Entre sus ventajas destaca el aumento de la velocidad de red en torno al 25 %. «Esto es posible gracias a la implementación de la modulación 1024-QAM, que proporciona una señal cargada con más datos (cada símbolo lleva 10 bits en vez de 8 bits)», explican desde el proveedor mundial de productos de red TP-Link. Traducido a un lenguaje sencillo, esta modulación hace que los datos viajen de manera más compacta, lo que permite el envío de más datos por el mismo canal, dando lugar a una mayor eficiencia y estabilidad. Por eso, el Wi-Fi 6 es ideal para entornos domésticos donde hay multitud de dispositivos conectados que requieran gran fluidez, como consolas de videojuegos o televisores inteligentes.

Wi-Fi 6 multiplica la capacidad hasta por cuatro cuando hay varios aparatos conectados a la vez y esto es posible gracias a un ramillete de tecnologías (OFMDA, MU-MIMO, Coloreado BSS) que, además, reducen la latencia hasta en un 75 %.

Y una última característica no desdeñable es el menor consumo energético, que posibilita a los dispositivos negociar cuándo y con qué frecuencia se despiertan para el envío o recepción de datos; esto aumenta el tiempo en el que permanecen en reposo y, además de gastar menos, alarga la vida de su batería.