De funda y oro

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

CHARLES PLATIAU

26 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hubo un tiempo en que el currante de tajo y sol y sombra piropeaba a las mujeres, eructaba el menú del día y miraba a palacio o en el cine los usos y maneras de una aristocracia que primero lo fue de cuna y después de fama.

La mayoría del folklore, los bailes, las músicas, la vestimenta y la comida son una popularización de lo que hacían primero los nobles y después los famosos. Hoy la nobleza es una colección de sellos antiguos que solo cotiza entre quienes pertenecen a ella y hace visitas guiadas para poder mantener sus cenizas; los famosos enseñan la casquería en Instagram.

Las cosas fueron bien y el pueblo llano comenzó a vestir de marca, el paisaje social se igualó en casi todo -si acaso alguna diferencia cuantitativa, pero no exclusiva- porque casi todos pudimos viajar, comprar un coche, comer de MasterChef y vestir uniformados.

Los sellos entendieron el mensaje y se mostraron dispuestos a bajarse de las levitas y corpiños para probar las maneras de sus plagiadores, quedando encantados de aquella comodidad proletaria.

Los que tienen sello suelen ser gente educada y distinguida, y -como antes hizo el pueblo con ellos- recrearon el pret a porter de la igualdad hasta liderar las tendencias y marcar los precios.

Empezaron rompiendo los vaqueros, buscando un aroma más descuidado que lucir en los rendez-vous de todo tipo (hay quienes se casaron con ellos), eso sí, a precio exclusivo. Convirtieron la ropa interior en exterior y superamos ese envés del pudor que es el exhibicionismo.

Leí que Ralph Lauren está rompiendo la pana con una funda manchada de pintura que cuesta 700 euros y promete ser un éxito en el street style («Siéntete como un obrero por 700 pavos»). Si fuera aún para trabajar.