Han llegado, no preguntes más

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Eduardo Parra

14 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Muchas veces me vence la desolación. Es un sentimiento espantoso. Peor incluso que la desesperanza. La desolación significa que los soles han dejado de alumbrarte y no te iluminarán jamás. Es una interpretación no etimológica, sino personal. La tristeza me vence cuando los veo. Quizá por ello procuro verlos lo menos posible. El moño vicepresidencial, la camisa de cuadros del desaliñado señor de las barbas que es diputado y ya no sé ni cómo se llama, las lágrimas de Irene, los decires del muchacho condenado dos veces, dos, y que sigue dando lecciones desde su púlpito parlamentario. Podría seguir pero no quiero. Los gallegos sabemos de lo que hablamos cuando hablamos de Podemos, por eso no han sacado ni un solo diputado en las elecciones del 12 de julio. Sabemos qué hicieron cuando gobernaban las ciudades y vemos, ya sin sorpresa, lo que hacen gobernando Moncloa. Queda la estupefacción y poco más. Quizá por ello yo quería titular este artículo de otro modo. Una pregunta: «¿Cómo han llegado?», o, afinando un poco, «¿Por qué han llegado?». Sería un error. Han llegado con unas elecciones y gracias a un pacto con el PSOE. Y han llegado porque la democracia es el gobierno de la opinión de la gente. Y la gente opina así. O así opinaba. La gente quiere su moño en la Vicepresidencia del Gobierno. Y la Presidencia del Gobierno está encantada con su vicepresidente, aunque en ocasiones pueda parecer lo contrario. Son nuestro Gobierno. El que hemos votado. El que la derecha, también, ha facilitado con su división o su táctica de primer curso de preescolar de estrategia política. Con su Casado, colegial barbado que no es mal chico pero que no le cae bien a casi nadie. Con su Vox, que viven en el Meirás de antaño. Y con su Arrimadas, o su Ciudadanos, al que le quedan menos telediarios que al partido aquel de Rosa Díez de cuyo nombre ya ni me acuerdo.

Ahora toca soportarlos. Porque acaban de empezar. Aprobarán los Presupuestos y más tarde vendrán los indultos, o al revés. Se reirán en la cara de los que no votan ni PSOE, ni Podemos, ni independentistas reiterando, una vez más, que la derecha no volverá a gobernar este país (cuando quieran reírse un poco más dirán eso de «trifachito»). Contratarán en la televisión pública por 43.000 euros/programa (¡cuarenta y tres mil!) a un adlátere, o acólito, o altavoz de su información. El idioma vehicular se lo pasarán por los bajos de su vehículo. Dirán que Otegi es un demócrata y Rufián un hombre de Estado. La portavoz seguirá en televisión. Y la veremos: su sintaxis, sus gestos, su elocuencia. Regresará la desolación. Y nos preguntaremos cómo es posible que esta élite esté gobernando España.