Mentalidad mágica

OPINIÓN

EVA ERCOLANESE | Efe

04 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de ver la tumultuosa despedida de Maradona, las aglomeraciones del fin de semana en las principales calles comerciales de España y el empalagoso discurso que con voz impostada pronunció el sábado Pedro Sánchez desde la sede socialista de Ferraz, entenderán ustedes que, a pesar de mi talante natural, siga sosteniendo lo que afirmo en la introducción de mi último libro, Bioética en tiempos del covid-19: no soy optimista. Tal y como se plantea la situación, va a haber todavía muchísimo sufrimiento a causa de esta crisis sanitaria, que es ya, también, una profunda crisis económica, social y cultural.

Las vacunas no tienen ese poder taumatúrgico que algunos parecen otorgarles. Y la mera voluntad de querer salir de esta crisis manifestada con palabras ampulosas y escenografía hollywoodiense tampoco funcionan como las fórmulas de Merlín el Mago o Harry Potter. La realidad compleja que nos ha tocado vivir se resuelve de otra manera: menos demagogia y más humildad, menos desunir y más cooperar.

Lamentablemente, como escribió en su último editorial, publicado en estas mismas páginas, don Santiago Rey Fernández-Latorre, «no hay músculo porque también falla el cerebro».

Cuando escucho «hay que salvar la Navidad» me doy cuenta de que no hemos aprendido nada de nada. Primero por la mentalidad cortoplacista y economicista que implica. Pero, lo peor de todo, porque no se entiende que es la Navidad la que salva a la humanidad y no a la inversa: el amor de un niño nacido en una cueva en una periferia existencial. Fragilidad y humildad en su máxima expresión.