El PSOE del Viejo Testamento

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

EDUARDO PEREZ

21 nov 2020 . Actualizado a las 11:36 h.

El adjetivo irónico es un chascarrillo ingenioso prácticamente atribuible al Alfonso Guerra más vitriólico, cuando profetizaba, aunque con epítetos que iban en otra dirección, que a España no la iba a conocer ni la madre que la parió.

Y desgraciadamente así está siendo.

El PSOE del Viejo Testamento es el conjunto de distinguidos militantes, referentes históricos del Partido Socialista, que han discrepado públicamente de la decisión de Bildu y su responsable político, Arnaldo Otegi, de sumar sus cinco votos en el Congreso al Gobierno de PSOE-Podemos, con la absoluta complacencia de los socialistas, para la aprobación los Presupuestos del Estado.

Tras amagar discrepancias, el manchego García-Page, el aragonés Lambán o el extremeño Vara se mostraron caladiños en el comité federal presidido por Sánchez, volviendo a la máxima de Alfonso Guerra cuando aseveró, al inicio de la Transición, que «el que se mueva no sale en la foto».

Son viejunos Felipe González, Corcuera, Paco Vázquez, Rodríguez Ibarra, padres fundadores de aquel PSOE que surgió de Suresnes para reinventarse en el partido que hace 141 años fundara el tipógrafo gallego Pablo Iglesias (el bueno, no confundir con el vicepresidente podemita) y que tuvo entre sus dirigentes a Julián Besteiro, Indalecio Prieto o Manuel Azaña.

Las voces de la vieja guardia son las del PSOE del Viejo Testamento, desoídas por la actual dirección, porque según dijo Adriana Lastra, portavoz parlamentaria socialista, con mas de veinte años de militancia y cargos públicos, «ahora nos toca a nosotros», descalificando las opiniones de los socialistas de indudable prestigio.

Mucho me gustaría conocer las aportaciones al discurso de la socialdemocracia de estos jóvenes cachorros, cuarentones, de la cantera socialista. O preguntarles si sería posible que Olof Palme o Willy Brandt tuvieran como socios de gobierno a Ulrike Meinhoff o Andreas Baader, reconvertidos después que su banda hubiera asesinado a cientos de ciudadanos inocentes. Arnaldo Otegi, conviene recordarlo, era un dirigente (fue condenado) de ETA.

No se ha escrito todavía el Nuevo Testamento socialista, pero lo que sí se está escribiendo es la biblia universal de la infamia, subrayando en rojo los pactos contra natura que denuncian tímidamente los pocos socialistas críticos que van quedando.