La «desaparición» del PSOE

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Borja Puig de la Bellacasa

13 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Se acaba de celebrar el primer aniversario de casi todo: de las elecciones generales, de la retirada de Albert Rivera y, naturalmente, de la coalición de gobierno. Hoy hace un año todavía no habíamos terminado de digerir esa noticia, todavía caliente en los periódicos. En nuestra memoria quedaba lo prometido por Pedro Sánchez, aquellas célebres palabras que decían que solo la idea de ver a Pablo Iglesias en el gobierno le quitaba el sueño a él y a millones de españoles. Abro un paréntesis para recordar que el presidente también aseguró -«se lo puedo decir más alto, pero no más claro»- que jamás pactaría con Bildu. De los compromisos de Sánchez se acostumbra a cumplir exactamente lo contrario.

Pero en fin: ya llevan un año en el Gobierno. Ya están consolidados. Y ahora, la aprobación de los Presupuestos les garantiza al menos dos años más. Y, tal como está la oposición, pueden agotar la legislatura con la mayoría que acaban de reconstruir y hasta pueden volver a ganar las elecciones. El pacto les funciona porque a ambos beneficia: a Sánchez, porque le permite seguir en La Moncloa; a Iglesias porque le otorga un poder que de otra forma no podría ni soñar. Han hecho un buen negocio. Ninguno de los dos tiene el menor interés en romperlo. Eso explica que todas las tensiones habidas, todas las contradicciones y todos los conflictos han sido resueltos con una fórmula mágica e infalible: «no la vayamos a fastidiar».

La sociedad, en principio sorprendida y en parte asustada, ya lo acepta con normalidad. La definición de «Gobierno social-comunista» que hace la derecha y la calificación de «Gobierno bolivariano» que hace alguna prensa no tienen efectos en la intención de voto. Y aquel Partido Socialista que cesó a Sánchez por su presunta «podemización» ha desaparecido. El PSOE es hoy Pedro Sánchez, con un personalismo increíble y sin una voz que salga de la calle Ferraz, ni para censurar ni para aplaudir. El PSOE, en su dimensión estatal, es hoy una fuerza política que, si desapareciese del registro de partidos, nadie lo echaría en falta. Ni con el hiperliderazgo de Felipe González estuvo tanto en la penumbra. Por eso sobran dedos de una mano para contar los testimonios críticos.

En privado, la parte más socialista del Gobierno alardea de haber ocultado a Podemos en la hojarasca de la coalición. No es verdad: en los momentos más cruciales reaparece y marca paquete. Tiene la habilidad de manejar bien la comunicación para que le gente sepa cuáles son sus iniciativas en materia social. Y tiene una gran eficacia para ocultar sus fracasos. Las residencias de mayores, por ejemplo, son competencia de Pablo Iglesias. ¿Alguien, algún medio informativo le echó en cara su silencio? ¿Algún diputado del Partido Popular, de Vox o de ciudadanos le exigió responsabilidades en el Congreso? Que yo recuerde, nadie. Eso sí que es impunidad.