Han regresado. Todo lo bueno se acaba. La operación vuelta al ring pilló al, ejem, líder del PP digamos que en la kitchen. Ayer supimos más del currículo de Pablo Casado: en los días de autos él era un humilde diputado por Ávila. Nunca nadie presumió tanto de ser diputado por Ávila. A Pablo Iglesias lo desayunamos con sus habituales confesiones guays. El hombre intentó desviar la atención sobre Neurona revelando que tuvo una «discusión fuerte» con Pedro Sánchez a cuenta del emérito. Jopé. El presidente se dejó caer por el Senado, donde todavía están revisando la photofinish para ver qué palabra magreó más: unidad, resiliencia o patriotismo. Antes, lanzó algo así como una granada sin anilla. O sea, a Adriana Lastra, portavoz parlamentaria del PSOE, aquí remangándose para atacar mandíbula, en plan Javier Maroto. Vuelve la bronca. Vuelve la nada. Decir que estos señores se comportan como niños sería injusto. Los niños son infinitamente más serios y responsables.