Curar

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OPINIÓN

20 jul 2020 . Actualizado a las 05:01 h.

Escribo este artículo sin saber cuándo lo voy a publicar. Pero me resulta imposible no teclearlo en el móvil, desde un pasillo de urgencias. A unos metros, los reglamentarios, hay una señora que podría ser mi abuela. Prometo que no quiero escuchar pero hay tanto silencio que la oigo. Su marido está en observación y no puede pasar a verlo. Tienen que hacerle unas pruebas y no debe tener contacto con él durante unos días. Una doctora, muy joven, se lo explica todo y le dice que lo mejor es que se vaya a casa. Le pregunta si tiene a alguien que pueda pasar a recogerla. La mujer está nerviosa, por no poder despedirse ni explicarle a su marido que le toca esperar solo. Es probable que no estén acostumbrados a separarse. Le consulta algunas dudas (quizás para desahogarse un poco) y la médica no solo las responde, también la tranquiliza.

Me da la sensación de que la señora, que podría ser mi abuela, se queda inquieta. Por no saber, por no poder estar. Pero es capaz de mantener la calma. La atención que le presta la persona que cura a su marido la cura también a ella. Y se va.

La doctora, que antes de despedirse ha prometido que la llamarán, sigue a lo suyo, que en este caso también es regresar junto al paciente y decirle que no se preocupe, que su mujer se va a casa, que es mejor así para todos.

Hay todo tipo de médicos, de pacientes y de acompañantes. Como de personas en general. Bordes o encantadoras. Chulas o educadas. Pero a estas dos mujeres las hubiera abrazado después de escucharlas. Exquisitas, cuidadosas (y cuidadoras), respetuosas. Me salvó que, con el covid, no era lo más conveniente. Y menos en el hospital. Si no, probablemente hubiesen pensado que estoy loca.