Pizzas para 10.000 afectados por el covid-19

Begoña Íñiguez LISBOA

OPINIÓN

begoña íñiguez

El chef Tanka Sapkota pone en marcha esta iniciativa solidaria cada día en Lisboa

06 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La solidaridad y la ayuda a los más necesitados corre por las venas del chef nepalí, Tanka Sapkota, propietario de cuatro restaurantes en Lisboa, ciudad a la que llegó en 1996 para pasar dos semanas, proveniente de Italia donde se formó, y aquí ha asentado sus raíces, ganado prestigio profesional y formado una familia. La pandemia le obligó a cerrar a mediados de marzo sus cuatro establecimientos, tres de comida italiana, especializados en pizzas napolitanas, con varios premios internacionales, y otro de gastronomía de su país, que mantiene abiertos solo para comida a domicilio. «A finales de marzo comencé a darle vueltas a la cabeza para ver cómo podía ayudar a los más afectados por el covid-19 en Lisboa», explica Tanka a La Voz. «En abril doné cuatro mil euros al Banco de Alimentos y me sobrecogí con la gran cantidad de personas a las que la pandemia había dejado sin trabajo y sin recursos, por eso decidí llevarles todo mi cariño, apoyo y respeto con lo que mejor sé hacer, pizzas recién elaboradas en mi horno móvil como si las estuvieran comiendo en un restaurante», declara. «Mi padre con 91 años creó en Nepal una fundación para los niños necesitados, la entrega desinteresada es algo que he vivido en casa y espero servir de ejemplo a otros cocineros portugueses con mi iniciativa», avanza Sapkota en los jardines de la Junta de Freguesía de São Domingos de Benfica, desde donde se elaboraron pizzas para más de 500 personas el 22 y el 23 de junio pasado. 10.000 ciudadanos de 24 barrios reciben en casa hasta mediados de julio las pizzas y una bebida

Montar una operación solidaria de semejante envergadura no ha sido tarea fácil. Aunque Tanka Sapkota ha puesto de su bolsillo el dinero, el horno y los cocineros, la colaboración con el Ayuntamiento de Lisboa, en concreto con el concejal de Protección Civil, Carlos Castro, ha sido decisiva «ya que gracias a él, y al equipo de cada Junta de Freguesía, distrito, de la ciudad a donde cada día nos trasladamos, montamos nuestro horno y hacemos las pizzas no se podría materializar». Continua: «nosotros cocinamos y después el personal de cada junta lleva a las casas las pizzas recién hechas y una bebida para cada uno de los integrantes de las familias necesitadas», confirma el chef nepalés.

María João Ferreira, la coordinadora de acción social de la Junta de São Domingos de Benfica, con lista en mano, dirige toda la logística de entrega de las pizzas, nada más salir del horno. «Para estas familias en su mayoría de clase media, madres solteras o divorciadas con hijos pequeños, a los que la pandemia les ha dejado en una situación crítica, estas pizzas son un mimo, un cariño que reciben con mucha felicidad y alegría», declara. La Voz acompaña la ruta de una de las furgonetas en la que va André Carmo, animador sociocultural, y el conductor Manuel Rodrigues. La primera parada se realiza en la casa de Sónia Freitas, auxiliar de una escuela pública, madre soltera de dos hijos pequeños, a quien con la reducción del número de horas de trabajo no le llega para vivir. «Esta pizza va a ser nuestra alegría de hoy, y no le digo la de mi hijo pequeño de tres años», dice con una gran sonrisa.

Otra de las cuarenta paradas de la ruta se realiza minutos después en casa de Norberto Marquês, técnico en artes gráficas, desempleado desde hace más de un año, al igual que su mujer Raquel, contable de profesión, con una hija de 19 años universitaria. El matrimonio, otra de las víctimas de la pandemia, se ha visto obligado a pedir ayuda, por primera vez en su vida, a la Junta de São Domingos de Benfica para comer. «El subsidio que recibimos es tan bajo que a duras penas llega para pagar el alquiler», explica Norberto, quien abre la puerta trajeado tras participar en una entrevista de trabajo on line. «Estamos sumamente agradecidos al chef Tanka Sapkota y a la Junta de Freguesia, que todos los días nos taraen comida, sin ellos no sé lo que hubiéramos hecho», confiesa.