La I+D, el covid-19 y el futuro

Vicente Larraga LUCHA CONTRA EL CORONAVIRUS

OPINIÓN

María Pedreda

04 may 2020 . Actualizado a las 09:00 h.

España se encuentra sometida a una prueba de las más duras que se pueden afrontar. Una epidemia infecciosa que no solo pone en peligro las vidas de muchos ciudadanos, sino que nos está metiendo, en un tiempo récord, en un parón económico que intentamos que no se convierta en recesión duradera. Un virus, el SARS-CoV-2, para el que no había tratamiento ni prevención conocida, es el culpable. Los españoles están poniendo en la balanza el esfuerzo, la voluntad de salir de esta situación, mediante el aislamiento, el trabajo de sus sanitarios, duramente golpeados por las políticas neoliberales durante la crisis de la década pasada, y el de sus científicos, también víctimas de la política del «que inventen ellos» en los últimos diez años. Con el transcurso de las semanas, nuestros sanitarios van esbozando tratamientos útiles para salvar las vidas de sus conciudadanos y nuestros científicos van obteniendo datos sobre el virus y su comportamiento, imprescindibles para desarrollar tratamientos eficaces y vacunas preventivas.

Con todo, hubiera sido necesario que el mundo occidental hubiera sido más consciente de lo que estaba pasando en las etapas iniciales de la infección en China. Una vez desatada esta, en Europa y Estados Unidos, se vio que era mucho más contagiosa y dañina de lo esperado. La sociedad científica internacional se ha movilizado con una gran rapidez y ha puesto en marcha una colaboración sin precedentes que está dando opciones de tratamiento y prevención en unos tiempos récord. En España, tendremos que pensar y programar qué sistema de lucha frente a las crisis debemos tener. Esta no va a ser la última crisis sanitaria y deberíamos prepararnos ya para las siguientes que vengan.

El sistema científico ha reaccionado con rapidez, pero en el caso de los análisis fiables de infección, las famosas pruebas de PCR, podía haberse utilizado mejor la capacidad de muchos de nuestros laboratorios que hubieran ayudado en las primeras fases de la infección, como ha señalado recientemente el profesor Barbacid en la Fundación Alternativas. Finlandia tiene desde hace 70 años un órgano de previsión de crisis de cualquier tipo, incluidas las sanitarias, que hacen planes de contingencia y que ha puesto en marcha, con gran rapidez, toda la capacidad de sus laboratorios para tareas de análisis que pudieran ayudar al diagnóstico temprano de la enfermedad.

Siendo un país con un sistema de I+D no muy grande, este ha funcionado con gran agilidad y esto ha sido decisivo en la contención del covid-19. Me consta la frustración de muchos de nuestros científicos que sabiendo que podían ayudar han visto que su capacidad no era utilizada. La ciencia puede hacer mucho más de lo que se cree en la lucha frente al virus y su epidemia. Los estudios de genómica, algo tan básico y «raro» para el profano en tiempos de tranquilidad, son capaces de discriminar de dónde ha venido la epidemia. Estos trabajos han mostrado que en España han habido quince focos iniciales distintos de la infección, procedentes de China, Italia, Reino Unido y Alemania principalmente. Nada de extrañar en un país con una industria turística tan importante, pero esto no se sabría sin la ayuda de la genómica.

Existen en el mundo más de 70 proyectos de desarrollo de una vacuna que prevenga las nuevas oleadas de la enfermedad que vendrán previsiblemente. Tres de ellos se desarrollan en España, en el Centro Nacional de Biotecnología y en el Centro de Investigaciones Biológicas-Margarita Salas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y se espera que puedan empezar las pruebas en humanos antes de fin de año. Hay que hacerlo lo antes posible, pero, no es una carrera entre científicos, sino contra el virus. Hay que encontrar una vacuna que sea segura y eficaz. Una vacuna que llegue unos meses después, pero que tenga mejor seguridad y protección, será la que se acabe usando.

Varios de los hospitales de nuestra red pública intervienen en un estudio multinacional para establecer un protocolo fiable de tratamiento del virus. Nuestra sociedad científica de biomedicina está trabajando con acierto. No obstante, si hubieran habido estudios de prospectiva, con planes elaborados, la respuesta hubiera sido más rápida y más efectiva en las fases iniciales de la enfermedad. Parece clara la necesidad de estos estudios que prevean respuestas adecuadas ante diferentes tipos de crisis. Estos estudios no son nuevos en nuestro país, pero, como tantas otras cosas, se los llevó por delante la crisis económica y los recortes; perdón, reformas en lenguaje neoliberal. No hay que acordarse de Santa Bárbara solo cuando truena, y los sistemas sanitarios y de investigación deben mantenerse en buen estado para que puedan funcionar adecuadamente y con soltura ante una crisis. A lo mejor tiene algo que ver que Alemania dedique a sanidad un 80% más de dinero por habitante que España, en que estén teniendo un número muy inferior de fallecidos. Los gobiernos conservadores de las comunidades más afectadas, Madrid y Cataluña, deberían pensárselo mejor antes de recortar en sanidad y en ciencia, como han hecho estos últimos diez años, porque estos sectores son el soporte básico en este tipo de situaciones que, sin duda, se repetirán en el futuro.