Una desescalada rápida, pactada y con toda la información
OPINIÓN
Han transcurrido dos meses desde que se iniciara el confinamiento, y dado que, aunque lentamente, va remitiendo la grave crisis sanitaria, llega el momento de que nos vayamos incorporando a nuestras actividades habituales. No puedo dejar de criticar la forma en la que el Gobierno toma y anuncia sus decisiones, pues aún estando en un estado de emergencia debería recordar que este es un Estado democrático, en el que nuestros representantes, los de todos y todas, deben tomar parte de las resoluciones, y que debería contar además con la participación de los agentes sociales y sectoriales.
La forma en que se planteó el confinamiento en España difiere en una cuestión fundamental de los países de nuestro entorno: la libertad individual. Por ejemplo, en Portugal, Suecia o Alemania, el confinamiento en ningún momento recuerda a una situación cercana a un arresto domiciliario, sino que siempre se garantiza la libertad de movimientos de la población. El Ejecutivo español nos ha tratado, y nos trata, como ciudadanos poco responsables a los que hay que mantener en sus casas, atemorizados y atentos a informaciones poco transparentes y plurales.
El martes pasado los medios de comunicación anunciaron un plan del Gobierno para la «desescalada». Plantearé algunas consideraciones al respecto.
Siendo un factor determinante la situación sanitaria en cada área, la vuelta a una relativa normalidad no debería programarse de la misma forma para todos los territorios, sino que debería diferenciarse entre las zonas urbanas y rurales, incluso dentro del mismo municipio, y contar con las estrechas relaciones de poblaciones limítrofes. En Galicia hay un gran número de municipios sin incidencia de la epidemia, y aún así sus habitantes se han visto obligados a sufrir la misma situación que los vecinos de la Gran Vía madrileña. El Gobierno debe explicar por qué limita los movimientos de la población a la provincia, cuando son las comunidades autónomas las que mejor conocen la situación de su territorio. ¿Es que acaso quiere mantener sine die este poder único centralizado?
Es necesario retomar de la forma más amplia posible la actividad de nuestra economía, pues es preciso minimizar la enorme caída de ingresos ya sufrida por los hogares, que de seguir así llevará a nuestro país a unos niveles de pobreza nunca imaginados.
No puedo entender cómo no están ya abiertos hace tiempo los concesionarios y talleres, los centros de bricolaje y ferreterías, o los viveros y centros de jardinería, así como los mercados al aire libre de productos agrícolas. Este tipo de negocios podrían haber aliviado la situación de confinamiento, tendríamos el parque móvil en condiciones y nuestros agricultores no se verían con problemas para dar salida a sus productos (¿no era una actividad necesaria?)
Ya que el covid-19 no desaparecerá en mucho tiempo y hay que aprender a convivir con él, debería permitirse desde hoy la apertura de todos los establecimientos comerciales, debiendo haber ofrecido con suficiente antelación a los empresarios y autónomos, así como a los consumidores, los protocolos que tienen que seguir para el desarrollo de sus actividades.
En cuanto al sector turístico la problemática es grave. La mayor parte de cafeterías y restaurantes seguramente verán inviable una apertura a un tercio o la mitad de su capacidad, manteniendo al mismo tiempo el empleo. En cuanto a los alojamientos hoteleros tendrían una oportunidad de supervivencia mayor si la apertura coincide con la libertad de movimientos, al menos, dentro de cada comunidad autónoma. En todo caso, será el turismo interior el que dará algo de vida este verano a esta actividad, tan dependiente del viajero internacional.
Otros sectores, como el cultural, ya han perdido mucho en estas semanas, y necesitarán, como el resto, de apoyo por parte de las instituciones y de nuestra participación.