Veintidós mil muertos, el 0,04 % de la población. No se puede menospreciar la cifra, aunque hubiera una sola víctima habría que tomar medidas. Pero es el 0,04. El año pasado fallecieron por complicaciones derivadas de la gripe común 15.000 personas, el 0,03%. Sí, nos morimos. Algunos parecen haberse enterado ahora. Cada año hay 450.000 decesos en España y el coronavirus no será ni de lejos la principal causa de mortalidad en este 2020. Las enfermedades del sistema circulatorio (aneurismas, arterioesclerosis, accidentes cerebrovasculares, arritmias, infartos...) y los tumores se llevan la palma. Y, obviamente, las personas de edad avanzada encabezan las estadísticas de defunciones. Es ley de vida y tiene que ser así.
Así que 0,04. Probablemente la tasa aumente hasta el 0,06 a final de año. ¿Justifica esto la hecatombe económica y social en que nos han sumido? Yo opino que no. Esta es una crisis creada artificialmente. Había un problema, pero era manejable. La prueba está en Corea del Sur. Bastó con ordenar el confinamiento en los principales focos de contagio, utilizar el big data para controlar a los infectados, y disponer de medios suficientes para combatir la epidemia: camas y respiradores (en ucis y hospitales de campaña), material de protección (mascarillas, epi), test rápidos y otros sistemas de detección. El SARS-CoV-2 no es el ébola, más que de salud esta es una crisis de gestión sanitaria.
El pánico y el exceso de intervención por parte del Gobierno nos han llevado a esta brutal recesión. ¿Por qué no podemos salir a la calle con las debidas precauciones de distanciamiento? ¿Por qué tienen que cerrar miles de negocios y pymes? ¿Qué es eso de los «servicios esenciales»? Yo no tengo un bar, pero si lo tuviera y mi sustento y el de mi familia dependiera de ello, para mí sería esencial.
La solución viene en forma de ayudas y subsidios. Una lluvia de dinero que dejará una deuda monstruosa. Parece que a algunos sectores de este Ejecutivo les interesa una economía estatalizada, igual que insinúan la posibilidad de una información controlada públicamente.
Mientras, en algunos países han decidido que hay que seguir viviendo pese al virus. Que no nos queda más remedio que aprender a convivir con él. Que no se puede confinar ni a los jóvenes ni a los ancianos, como sugiere una UE cada vez más desquiciada. Resultado: Suecia, 10 millones de habitantes, 1.600 muertos, un 0,015 %. Holanda 0,02. Dinamarca 0,006. Alemania 0,006.
Al principio de esta pandemia se debatió sobre si había que salvar las vidas o la economía. El buenismo y el negar la evidencia —la gente se muere, pero por muchos motivos— nos llevó a optar por lo primero. Pues enhorabuena, no hemos salvado ni las vidas ni la economía.