La esgrima de Sánchez

Carlos G. Reigosa
carlos reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

03 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

He pensado en lo sucedido en las dos últimas semanas, a raíz de que Pedro Sánchez se negase a recibir al presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, de visita en nuestro país. Pensé también en el expresidente Zapatero, que, al parecer, viajó 38 veces a Caracas en los últimos cuatro años -¿a qué?- y que ha defendido el gesto esquivo de Sánchez. En medio, recordé asimismo la salida a la palestra de Felipe González, para defender a Guaidó como único presidente legitimado de Venezuela y en rechazo de la actitud esquiva de Sánchez. Todo un espectáculo con muchos argumentos cruzados. Y también con el paradójico silencio, hábil y cauto, del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y sus compañeros en el Gobierno. Para que nadie diga. 

Sánchez no solo ha dividido al PSOE en su batalla para reconquistar el liderazgo en el partido, sino que, ya en la Moncloa, parece gobernar a golpe de improvisaciones y rectificaciones, seguro de que todo saldrá como quiere mientras mantenga satisfechos a quienes lo votaron. Y en ello está, combinando a veces hasta lo no combinable.

¿Por qué iba a recibir Sánchez a Guaidó si hacerlo se le figuraba un engorro ocioso? ¿Por qué arriesgarse innecesariamente? ¿Qué pasa en Venezuela para que él deba intermediar? Las versiones no coinciden ni en su propio entorno. Quizá solo trata de no agobiarse ni complicarse la vida, porque ya tiene bastante con lo suyo de aquí, es decir, con sus múltiples y diversos aliados, tan distintos entre sí.

Creo que Sánchez debería ordenar y serenar sus actuaciones y no precipitarse. Ya ha desenterrado y vuelto a enterrar los restos de Franco, algo que él creía relevante y urgente, y que ya casi nadie recuerda. Quizá un buen consejo sería que corriese menos y nos escuchase más, porque algún día tendrá que examinarse de amor ciudadano. Y, para no ver menguado su caudal de votos, deberá explicarnos lo mucho que ha mejorado todo con él. Sánchez juega a tan corto plazo que no acaba de ilustrarnos sobre el futuro que prevé.

Habremos de seguir expectantes, porque difícilmente podrá encajarlo todo, incluido lo de Cataluña con la reciente amenaza de ruptura (ya neutralizada) de ERC. Y es que la esgrima de Sánchez es ahora así de ágil, novedosa y poliédrica.