¿Una muerte en directo?

Susana Acosta
Susana Acosta VIS A VIS

OPINIÓN

17 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Una niña de apenas seis años subida al escenario siguió bailando sin inmutarse mientras veía cómo se le caía el tutú. Llevaba ya un rato sujetándolo como buenamente podía hasta que tuvo que levantar los brazos. La minifalda de tul emprendió irremediablemente su caída hacia el suelo, pero ella siguió. Sabía que tenía que seguir bailando. Nadie se lo había dicho, pero así lo hizo. Cuando terminó se convirtió, sin quererlo, en la protagonista de la tarde. Todos los aplausos fueron para ella y entonces comprendió que el show siempre debe continuar. O no. Porque esa niña, ahora mujer, fue incapaz de ver la actuación del pasado viernes del ilusionista Pedro Volta. Un hombre convulsionando en directo, después de que hace un año el mismo número casi le costase la vida. Lo siento, pero no veo el espectáculo por ningún lado. Sí veo mucho peligro, demasiado, en sobrepasar los límites del cuerpo humano. Lo veo también a diario en las redes sociales. La gente se juega la vida por hacerse un selfi estúpido o una broma a la que sigo sin encontrarle la gracia, mientras el resto lo contemplamos en una especie de anestesia colectiva. Sin inmutarnos. Pocas cosas quedan ya por ver en directo. Y quizás, más pronto que tarde, acabaremos viendo una muerte en prime time. Lo triste es que si eso ocurre, tan solo se quedará en un titular que llenará páginas y telediarios durante algunos días y se olvidará. Ya vivimos en la telerrealidad. El espectáculo nos ha comido. Pase de oro.