El bloque de Colón se resquebraja

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

Eduardo Parra | Europa Press

05 dic 2019 . Actualizado a las 08:38 h.

La izquierda ha cobrado un inesperado dividendo y la derecha ha hecho un negocio ruinoso. He ahí, resumido, el saldo de la elección de los nueve miembros que componen la Mesa del Congreso, integrada por una presidencia, cuatro vicepresidencias y cuatro secretarías. PSOE y Unidas Podemos aspiraban a cinco de esos cargos: tendrán seis. La triple derecha esperaba obtener cuatro puestos: tendrá que conformarse con tres.

El proceso remató con una bronca monumental entre PP y Vox. Se tiran los trastos a la cabeza y se responsabilizan mutuamente de las pérdidas sufridas, que afectan a los tres barrios de la derecha. El PP, que casi triplica en escaños a la formación de Pablo Iglesias, tendrá en la Mesa un miembro menos que Unidas Podemos. La representación de Vox se limita a la vicepresidencia cuarta cuando, con un pequeño empujón del PP, hubiera obtenido también una secretaría. Y Ciudadanos, pese a los 18 votos que le cedió el PP, queda fuera del órgano de gobierno del Congreso. El bloque de Colón se resquebraja.

De la constitución de las cámaras se desprende otra enseñanza. En el Congreso más fragmentado de la historia, integrado por 19 partidos de variopintos colores, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han conseguido sumar 194 diputados de diverso signo -incluidos los independentistas- para arrebatarle una secretaría al PP y dársela a Unidas Podemos. Por el contrario, Pablo Casado no ha logrado siquiera, para la casa común de la derecha, los 151 escaños de que disponen PP, Vox y Ciudadanos.

Pablo Casado debería revisar su posición y su estrategia. Aún debe estar tirándose de los pelos por haber rechazado de plano el reparto de la Mesa que le propuso el PSOE: tres puestos para los socialistas, dos para Unidas Podemos, tres para el PP y uno para Ciudadanos. Se negó únicamente para no excluir a Vox, incluso dispuesto a sacrificar parte de su cuota para que tanto la extrema derecha como Ciudadanos, sus socios en comunidades autónomas y concellos, tuviesen representación en la Mesa. El resultado de esa estrategia salta a la vista: Santiago Abascal acusa al PP de ser «el único responsable de que el comunismo y el separatismo tengan un sitio más en la Mesa». Estos señores de la ultraderecha son unos desagradecidos: ¡con lo que yo hice por ellos...! Son, para decirlo en palabras del popular Óscar Gamazo, «patriotas de pacotilla».

Parece claro que PP y PSOE, los protagonistas del bipartidismo imperfecto de antaño, se manejan mal en el exagerado pluripartidismo de hoy. Sánchez depende del apoyo de los independentistas: no le gusta, pero nadie le ofrece otra salida. Y Casado se ha encadenado a la extrema derecha: tampoco le gusta, pero en vez de divorciarse intenta seducirla, hasta ahora con escaso éxito, para que retorne a la casa común. En realidad, ya no sabe qué hacer: si denostarlos o blanquearlos, si calificarlos de extrema derecha u ofrecerles carteras ministeriales, si copiar sus proclamas fascistoides o tacharlos de patriotas de pacotilla. Mientras duda, se le subirán a la chepa. Y a nuestra chepa.