Y ahora los impuestos

Carlos G. Reigosa
carlos g. reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

25 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Decía el político canadiense William L. Mackenzie King, primer ministro de su país entre 1921 y 1943, que «las promesas hechas ayer por los políticos en la campaña electoral son los impuestos de hoy». Y mucho me temo que los españoles estaremos muy pronto en esta fase. Porque muchas de las promesas que se han hecho en las elecciones no iban acompañadas de los presupuestos necesarios. Repásenlas y vean. El afán de todos por ganar sí que se convirtió en promesas a cumplir ¡y a pagar! Y esto nos llevará a unas inevitables subidas de impuestos, como bien decía el citado Mackenzie. 

La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer, decía el gran dramaturgo Bertolt Brecht. Y creo que tenía razón. Pero ¿a qué le llamamos lo nuevo aquí entre nosotros? ¿Y a qué le llamamos lo viejo? La realidad es que la palabra cambio ya no nos basta para aclarar la cuestión, porque, como es bien sabido, hay mudanzas benéficas y otras que son simplemente el principio de un largo desastre. Las vueltas de ahora están claramente nimbadas de esa incertidumbre, hasta el punto de que no acabamos de fiarnos de nosotros mismos ni de nuestros políticos.

A comienzos del pasado mes de octubre, la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, nos alertaba del peligro que tiene sobre la confianza económica el «efecto llamada a una crisis», e insistía en que nuestra economía tiene un crecimiento «sólido y robusto», pese a que, paradójicamente, reconoció «un enfriamiento». Y fue prudente en este sentido al afirmar que «tan malo es no anticipar que realmente puede venir una crisis, como hacerle un efecto llamada. Porque la economía tiene mucho de confianza y esto significa que no podemos tentar al diablo de manera irresponsable». O sea, que no estamos en el 2008 del presidente Zapatero -«ahora hay mucho menos riesgo»-, según la ministra Montero, pero los indicadores siguen marcando los pasos de un enfriamiento que debemos combatir con un «crecimiento robusto y sólido». Y que los impuestos no se conviertan en la gran ocurrencia para afrontar nuestros males. Porque eso se paga caro después.