Hasta una persona como el Chicle debe tener derecho a la más rigurosa de las defensas. Que así sea es lo que nos diferencia de una república bananera. Me consta la profesionalidad de su letrada, una prestigiosa abogada que hará lo indecible para conseguirle la menos mala de las condenas. No obstante, lo tiene difícil. Este individuo ya está condenado por la presión mediática del caso, máxime siendo un jurado popular el que va a tener que decidir sobre cuáles fueron sus intenciones a la hora de matar a Diana Quer. Si fuera juzgado por unos magistrados profesionales se valorarían las pruebas de una manera distinta a como lo harán los miembros del jurado, los cuales llevan mucho tiempo escuchando en todos los medios que el Chicle es culpable en grado superlativo, sin tener los conocimientos jurídicos que les permitan discernir si realmente lo es o no. En casos como este, en los que una familia ha sido destrozada, puede resultar políticamente incorrecto hablar de presunción de inocencia, pero como la suerte está echada para el Chicle mi condición de jurista me obliga a ello. De no existir, la Justicia resultaría una farsa y eso no es asumible.