El laberinto israelí

Luis Grandal
Luis Grandal LINEA ABIERTA

OPINIÓN

23 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El laberinto es un lugar con encrucijadas artificiosas, para confundir a quien se adentra en él, de tal forma que no pueda acertar con la salida. Galicia es, probablemente, una de las regiones del mundo donde más riqueza existe de laberintos grabados en petroglifos. Su antigüedad se remonta a los 3.000 o 4.000 años, puede que más, según los estudiosos de la materia, que los sitúan al final del Neolítico o en la Edad del Bronce. En la parroquia de Mogor, en Marín, está quizás el más conocido. Pero fueron los griegos clásicos, con su mitología, quienes dieron pábulo universal al archiconocido laberinto del Minotauro de Creta, que narra la muerte del monstruo a manos de Teseo, ayudado por el hilo que le dio la princesa Ariadna, hija del rey Minos y Pasífae.

Pues bien, esto es lo que está sucediendo en Israel cuyas últimas elecciones les han llevado a un laberinto o una bailía desconcertante. Aunque también eso podríamos decir de España. Los israelíes han tenido que repetir elecciones por primera vez desde que se fundó el Estado de Israel, tras fracasar la formación de un gobierno en mayo; y España tiene que repetir elecciones tras el fracaso presidencial de julio y septiembre. Veremos qué pasa después de noviembre.

En los anteriores comicios, Benjamín Netanyahu, del derechista Likud, empató con Beny Gantz, de Azul y Blanco, y ahora el centrista le ha ganado por dos escaños. Pero para obtener mayoría se necesitan 61 diputados en la Kneset. La clave la tiene Avigdor Lieberman, nacido en Moldavia, que lidera el partido nacionalista Yisrael Beitenu. Lieberman, sin embargo, ya ha dicho que no votará a Netanyahu porque se apoya en los ultraortodoxos ?defiende que los jóvenes ortodoxos no tienen que ser exonerados del servicio militar- y porque en unas semanas va a ir a juicio por presunta corrupción. Pero tampoco apoya a Gantz porque podría llegar a un acuerdo con la coalición árabe que lidera Ayman Odeh que es la tercera fuerza política. Odeh ya ha anunciado que no quieren ni en pintura a Netanyahu y apoyan con la nariz tapada a Gantz, ex jefe del Ejército israelí que dirigió la guerra en 2014 contra los palestinos de Gaza. Otra alternativa es un gobierno del Likud con Azul y Blanco. Si no hay acuerdo habrá terceras elecciones.

Con la que está cayendo en Oriente Medio y entre Arabia Saudí e Irán, los Estados Unidos están metidos en otro laberinto. Jared Kushner, mentor en los medios de la campaña presidencial de su suegro, Donald Trump, y consejero superior del presidente, lleva pergeñando un plan de paz desde hace tres años que no ha visto la luz. Se ha comportado como un flabelífero de Netanyahu y le ha salido el tiro por la culata. Los aliados de Israel en el Capitolio han obstruido la solución de dos Estados pero esta es la salida más justa y sensata para que haya paz con los palestinos.