El mundo que nos destruyen

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Jesús Hellín - Europa Press

14 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Comprendo que la actualidad política es intrigante. Asumo que el calendario es apasionante ante la ronda de consultas del rey. Estoy de acuerdo en que el horizonte es claramente electoral, sobre todo desde que Pablo Iglesias negó el «apoyo gratuito» a Pedro Sánchez y anunció que, sin acuerdo, Podemos se abstendrá en la investidura. Justifico los estados de opinión que muestran a una sociedad irritada por la incapacidad de los partidos para encontrar una solución y obligarnos a volver a las urnas y repensar el voto. Y lamento con Núñez Feijoo que Pedro Sánchez no haya tenido la iniciativa de ofrecer al PP una gran coalición, como lo hubieran hecho en Alemania. Pocas veces se necesitó tanto un gobierno estable, pero se nos negó o se aplazó. Quizá en noviembre no quede otro remedio.

Pero me tienen ustedes que permitir que hoy dirija la mirada al Levante y el Sureste español. Todos tenemos en la retina las imágenes de la catástrofe: cuatro muertos a la hora de escribir esta crónica; comarcas enteras anegadas; toda una región, la de Murcia, inundada; cultivos literalmente arrasados; coches amontonados como juguetes en las calles convertidas en rieras; familias que confiesan que lo han perdido todo; cascadas de agua arrolladora que producen desolación; escenas de salvamento que parecen de un país tropical; gentes que limpian el lodo a mano; el Ejército, movilizado; miedo, solo de ver todo eso en televisión…

Es la gota fría, que casi nunca falta a su cita cuando se acaba el verano. Como tal gota fría no es noticia. Pero es que este año ha sido brutal. Ningún vecino recuerda nada parecido. Las estadísticas tampoco tienen registrados datos como los de Baleares, Comunidad Valenciana, Murcia o Almería. Y un diagnóstico muy compartido y sostenido por los meteorólogos: esto es el cambio climático. Se está cumpliendo lo anunciado desde hace años por los grandes expertos: períodos de sequía que contribuirán a la desertización del planeta y tormentas e inundaciones de extrema violencia. Y España, entre los lugares del mundo que más sufrirán estos fenómenos.

Quiero añadir lo que está pasando en la Amazonia, en Australia y en otros lugares: los incendios destruyen la capa forestal de la tierra. Cada año se quema una superficie de bosque del tamaño del Reino Unido. Si alguien hubiera planificado la destrucción del planeta, no lo haría con más perversa perfección: una destrucción lenta y dolorosa ante nuestra impotente mirada. Y los grandes dirigentes, con los brazos cruzados. Las grandes asambleas de jefes de Estado, una muestra de inutilidad. Tipos poderosos como Trump, negando lo que ven nuestros ojos. Permitidme el desahogo: esos son los grandes enemigos de la Humanidad.