Aparta de mí este cáliz

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

06 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta hace poco conservaba como oro en paño la obra poética de César Vallejo. El libro estaba gastado, pero contenía intactas las palabras y el sentido. Lo publicó la Editorial Losada en Buenos Aires en 1949, con prólogo de César Miró. Es una joya. Pero ya no la tengo conmigo. En una de mis incursiones por el Támega, el río de mi Verín, se quedó varado en alguna orilla. Pensé haberlo metido en la mochila y al día siguiente, cuando quise recogerlo, ya no estaba. Solo me encontré con el último volumen del Valle Inclán con el que nos obsequia La Voz, los crucigramas, una novela de Hidalgo Bayal, una libreta, la toalla y su ausencia. El volumen recogía Los heraldos negros, Trilce, Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz. El título del último texto -en realidad, los últimos textos que escribió el maestro Vallejo- es en sí mismo lo suficientemente expresivo para que yo lo explique. Además de sobra sabemos que la poesía se siente, se entiende, pero explicarla es un error en que suelen caer los profesores. Dejémoslo. España, aparta de mí este cáliz es poesía ideológica dónde la ideología pierde la batalla contra el sentimiento, la épica contra la lírica, el todos (los otros) frente al yo y la distancia frente a la cercanía: la contemplación del muerto, Pedro Rojas, al que le encontraron en la chaqueta una cuchara muerta. La poesía de César Vallejo es tan excelsa que si no la ha leído, usted precisamente, corra de inmediato a leerla.

Sin embargo no es este artículo una exégesis literaria, sino una metáfora del presente: su imagen. España debe alejarse de los modos ramplones de la actual política. Y hacerlo ya, antes de que nos despeñemos. El presidente en funciones debe recapacitar. Dejar de enfrentar a los ciudadanos por mero interés electoral (política de bloques, la llaman ahora). Lo hizo con Franco, con esa denominación de «las tres derechas» y con su campaña electoral de varios meses al frente del Gobierno. Lo hace estos días contra Podemos, echándole toda la culpa del fracaso de la investidura. Y lo hará con quién se ponga por delante porque alguien le ha dicho que la tensión le viene bien al PSOE. Y de esa tensión siempre han obtenido los mejores resultados electorales. Sin embargo, la tensión no le viene bien a España. Ni las encuestas de Tezanos, que son una forma de humillación superior al contenido de la televisión pública que todos pagamos. Alguien debe parar esta locura. Sencillamente porque corremos el riesgo de estrellarnos para no recuperarnos en mucho tiempo.

He cumplido cincuenta y seis años. Desde que tengo uso de razón no he contemplado tan crispado el país desde una perspectiva ideológica. Hablo del país real, ese que se levanta cada mañana para ir a trabajar, paga sus impuestos y solo pide sentido común a los políticos. Conviene sosiego. Y, por favor, si alguien encuentra mi libro de César Vallejo, devuélvamelo. Tal como está la cosa, ya solo la poesía me consuela.