Ive

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

MONICA DAVEY

11 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

A finales de diciembre, Jonathan Ive dejará Apple después de 27 años trabajando para la compañía. Entró en la manzana en su época más oscura, en 1992, cuando ya no quedaba nada de la empresa que Steve Jobs había cofundado y que todavía dirigía John Sculley, el vendedor de Pepsi-Cola que había despedido siete años antes al creador del Macintosh. Cuando Jobs volvió a tomar las riendas de Apple en 1997, se deshizo de todo y solo conservó a Ive. Él sería el genio del diseño que haría realidad los sueños tecnológicos de una generación.

Primero fue el iMac G3 todo en uno, con la pantalla y las tripas unidas en una carcasa de policarbonato translúcida. Después el Power Mac G4 Cube, embutido en un cuerpo de metacrilato y que no necesitaba ventilador porque expulsaba el calor por convección. Luego llegaría el iMac G4 o lamparita (por su parecido con Luxo, la mascota de los estudios Pixar), con su base semiesférica y su pantalla plana cuando todavía vivíamos en un mundo de monitores CRT.

El iPod, los portátiles MacBook de aluminio, el iPhone, el iPad... La carrera de Jony Ive está repleta de hitos del diseño que la competencia no tardaba en replicar (¡ay de aquél que no lo hiciese!). Un ejemplo: los auriculares inalámbricos AirPods, su penúltimo éxito, cuyas copias en versión low cost se ven hoy en millones de orejas. Antes, cuando todavía no existía la tecnología Bluetooth, había decidido que el cable fuera blanco para que todo el mundo supiese que quien se acercaba escuchando música lo hacía con un reproductor mp3 de Apple.

Ive es un mago del diseño industrial, el equivalente a lo que Dieter Rams fue para Braun, David Lewis para Bang & Olufsen o Richard Sapper para IBM. ¿Por qué se va? La explicación oficial es que quiere fundar su propio estudio, LoveFrom, junto al también británico Marc Newson. Quizá se ha cansado del mundo de la tecnología y buscar abarcar nuevos sectores (muebles, automóviles, viviendas...). Yo tengo mi teoría. El diseño de Apple sigue siendo exquisito, pero ya no inimitable, y desde luego ya no es práctico. La forma se ha impuesto a la función, y la cuenta de resultados a las necesidades reales del usuario.