Maternofobias

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

JUAN IGNACIO RONCORONI

09 jun 2019 . Actualizado a las 09:59 h.

Hay que ser una feminista generosa para llevar hasta sus últimas consecuencias la gran instrucción del movimiento en los años 70: lo personal es político. Significa exponer tu intimidad con la convicción de que tus batallas son iguales a las de ellas y que al reconocernos saltarán por los aires los muros que nos tienen confinadas, definitivos para que las cosas sigan como solían.

Por eso es tan importante lo que hace Diana López Varela en Maternofobias (Península), en donde confiesa con el tono único que la acompaña la dolorosa experiencia del aborto al que se sometió llegados los treinta y con pareja estable. Un punto de partida brutal que destapa una realidad perturbadora: nadie habla de su aborto. Esa realidad transversal que entretejen millones de mujeres; esa experiencia dolorosa por la que nadie quiere pasar se está despachando con el silencio que suele reclamar la vergüenza. Y de lo que no se habla, no existe.

 Es cierto que Diana incluye en el libro testimonios de mujeres que pasaron por el trance en épocas y a edades diversas pero un elemento las vincula a todas: las diez que hablan han preferido ocultar su identidad. Y así, en el año 2018, nadie confiesa ni denuncia procesos en los que las mujeres se sienten juzgadas y censuradas; nadie pregunta por qué hasta el 70 % de las interrupciones de embarazos se realizan en clínicas privadas previo paso por caja; nadie acompaña antes, durante y después a ese ejército de mujeres que, como apunta Diana, se han atrevido a subvertir la mística de la maternidad y deben pagar su atrevimiento con el silencio y la culpa.

A los 33 años, Diana afina el «retrato de una generación enfrentada a la maternidad» y la imagen que devuelve es tristemente parecida a la que proyectó la mía, veinte años antes.