Apuntes para despertar

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer I Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

CNIC

26 may 2019 . Actualizado a las 21:23 h.

Despertar fatal es uno de los síntomas más frecuentes que alertan de que nuestro ánimo necesita una revisión. Despertarse y sentir que el mundo se te viene encima es síntoma obligado en los cuadros depresivos; por el contrario, los cuadros de euforia maníaca se caracterizan por la levedad del sueño y un despertar mercurial.

 El momento de abrir el ojo es uno de los más delicados que existen, no solo porque el nivel de conciencia está muy bajo, sino porque en ese momento del despertar es dónde asiste la verdad de la fatiga o la ilusión de vivir.

Se puede dormir bien y despertar mal y dormir mal despertando siempre bien, depende del estado anímico.

Hay gente que despierta de buen humor y camastrones que gruñen ante cualquier estímulo; los hay tipo alondra, que salen volando del nido en cuanto son conscientes de estar vivos y tipo búho, que permanecen perplejos e inmutables, parpadeando cansinamente la evidencia de vivir.

Existen dos formas de recibir el día: estirándose con las cejas para arriba o gruñendo con las cejas hacia abajo; los de las cejas para arriba suelen cantar en la ducha y prepararse un desayuno mínimamente digno mientras que los otros, abanean hasta el lavabo y precisan de varias dosis de café antes de poder emitir una palabra coherente.

He conocido seres dulces y encantadores en vigilia que se transforman en monstruos coléricos cuando despiertan y gente que son un dibujo animado inasequible durante el día pero que cuando despiertan son unos koalas amorosos.

Más allá de las patologías del humor y del sueño, lo verdaderamente raro es encontrar gente que despierte como vive, quiero decir, que sea lento o rápido, alegre o triste en ambas facetas. Conseguir una proporción áurea entre la forma de vivir y despertar solo está al alcance de gente muy equilibrada emocionalmente, para el resto de los humanos, solo cuando estamos enamorados vivir y despertar se acompasan.

El enamoramiento -sea de lo que sea- es una locura transitoria que rompe todos los ritmos biológicos llevándonos a una situación de euforia hipomaníaca o de depresión angustiosa, «un deseado bien y un mal presente, una enfermedad que crece si es curada» -decía Quevedo-. Afortunadamente es transitoria porque si no sería devastadora para el organismo.

La euforia del enamoramiento se aplaca cuando comienzan a sentirse los desajustes, el más prematuro, es la preferencia por la luz o la oscuridad. Los seres draculinos amantes de dormir en tinieblas suelen ser intransigentes en este asunto y a los alondra no les queda otra que romper su ritmo y despertar cuando a Drácula le entre el hambre.

La tristeza del desamor solo la calma la renuncia.

El enamoramiento -sea de lo que sea- es una locura transitoria que rompe todos los ritmos biológicos llevándonos a una situación de euforia hipomaníaca o de depresión angustiosa