Muchos nervios, demasiada bronca

M.ª Carmen González Castro
M.ª Carmen González VUELTA Y VUELTA

OPINIÓN

24 abr 2019 . Actualizado a las 07:21 h.

Dos debates en 24 horas son un sinsentido para los espectadores, pero otorgan a los contendientes una segunda vida, una oportunidad para corregir los errores cometidos la víspera: se pueden definir propuestas que no hayan quedado claras, modular el tono para ser más duro o más contenido, incluir alguna medida novedosa... En definitiva, dibujar una mejor estrategia para tratar de cautivar al espectador. Lástima que nada de eso pudieran ver los españoles en el debate de ayer entre los candidatos a la presidencia. Básicamente lo que hubo fueron muchos nervios, prisas por intervenir, descalificaciones pero, sobre todo, bronca, demasiada bronca.

Pablo Casado lo intentó, tenía que ser más duro porque corre el riesgo de que Rivera le adelante y pase a ser percibido como el gran líder de la derecha. Pedro Sánchez salió a defenderse de los ataques que le llegaban por todas partes, leyó largas retahílas de medidas puestas en marcha por su Gobierno e incluso intentó algún ataque a «las derechas» a costa de Vox. Pero el que subió la apuesta de verdad fue Albert Rivera. Claro vencedor en el primer round, en la segunda cita se lo jugó todo: incrementó la intensidad y el tono de sus intervenciones, interrumpió y se enzarzó no solo con los dos candidatos con los que se disputa los votos (Sánchez y Casado), sino también con Pablo Iglesias, que al fin y al cabo y pese a las continuas negativas de Ciudadanos será quien le dispute el papel de socio del PSOE en el Gobierno, si el 28-A los resultados se acercan a lo que dicen las encuestas.

Fue el líder de la formación morada el que, como ya había hecho el lunes, intentó que sus intervenciones se centrasen en las medidas de su programa y varias veces increpó a sus contrincantes por sus rifirrafes, llegando a tildar a Albert Rivera de «impertinente y maleducado» por sus excesos.

No solo eso. Pablo Iglesias dejó unas palabras que resumen perfectamente lo visto por toda España: «Estoy sintiendo mucha vergüenza por cómo está transcurriendo este debate». Es difícil que los dos debates vayan a ser de ayuda para que los seis millones de indecisos sepan qué hacer el 28-A en las urnas. A ver si al menos les ha quedado claro a quién no votar.