Sobre bosques y plantaciones

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

10 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace ahora más de quince años que escribí mi primer artículo en La Voz. Lo titulé Galicia viva: canguros vivos, y en él criticaba una campaña institucional que trataba de promocionar el turismo rural en Galicia, utilizando una foto de una casa en el medio de una plantación de eucaliptos. Obviamente, sugería que hubiera sido más acertada la elección de cualquiera de nuestros bosques si lo que se pretendía era seducir a los visitantes. Pasados los años, seguimos viendo y leyendo la confusión entre lo que representan nuestros bosques y lo que son las plantaciones forestales. Por supuesto, no pretendo discutir la necesidad de estas últimas, tampoco entrar en el debate actual de si algunas especies plantadas son invasoras o no, simplemente es bueno que sepamos de qué hablamos cuando nos referimos a los bosques.

 Los bosques son comunidades complejas. Fruto de su complejidad, encierran una interrelación de funciones ambientales, económicas y sociales, que generalmente se solapan en el espacio y en el tiempo, siendo refugio de biodiversidad y de recursos naturales, espacios de ocio, sistemas reguladores del ciclo del agua y elementos esenciales en la lucha contra la erosión y el cambio climático; estas importantes funciones justifican sobradamente su protección.

Como señala Adolfo Cordero, amigo y prestigioso investigador en la Universidade de Vigo, «debido a su gran complejidad, la mayoría de los eventos y condiciones de un bosque están determinados de forma múltiple. Es decir, la vegetación dominante es una función del tipo de suelo, del clima, de la topografía, de los herbívoros presentes, de la frecuencia de perturbaciones y del tiempo evolutivo. Ninguno de estos factores por separado puede explicar la composición y dinámica de los bosques».

Estas características no son aplicables a las plantaciones forestales por importantes que sean en la economía. Es verdad que nuestro paisaje vegetal es el resultado de la interacción del hombre con el territorio, que nuestra flora y nuestra vegetación son el resultado de la actividad humana, de los cultivos y de especies exóticas que el hombre ha incorporado a nuestro paisaje, pero eso no justifica la confusión.

Cada año les explico a mis alumnos de la facultad de Biología los diferentes tipos de bosques del noroeste ibérico. Les hablo de los robledales del Eume, de los hayedos de O Courel o de los encinares de Valdeorras, por poner algunos ejemplos. No creo que tengan duda alguna sobre su significado en la evolución de las comunidades vegetales y sus diferencias con las plantaciones forestales.

Les hablo también de que sus nombres están presentes en nuestra toponimia y en nuestros apellidos, porque forman parte de nuestra cultura: Carballeira, Acebedo, Biduedo, Soutelo, etcétera. Siempre les digo, medio en serio medio en broma, que el día que encuentren algún lugar en Galicia llamado eucalipto o a alguien con tal apellido no dejen de avisarme. Aquí sigo esperando a Manolo Eucalipto, natural de la parroquia de Eucaliptelo.