No hay que negar lo evidente. Se ha avanzado notoriamente respecto a años atrás en el tema de la custodia compartida, pero queda mucho por lograr. A pesar de que la última jurisprudencia del Tribunal Supremo es partidaria de esta figura por considerarla, salvo casos excepcionales, beneficiosa para los menores, en numerosas ocasiones se deniegan por la negativa de determinados equipos psicosociales a informar favorablemente a la concesión de la misma. Son los peritos que utilizan los jueces para sentenciar y, aunque su informe no es vinculante, prácticamente siempre siguen sus consejos. ¿Cuál es el motivo más frecuente por el que no recomiendan la custodia compartida? Que los progenitores no se llevan lo suficientemente bien para que este tipo de custodia sea viable. Si se llevaran bien no se habrían divorciado, y si no saben acercar posturas en beneficio de sus hijos, que aprendan. Por esa regla de tres, en rupturas de parejas de no mutuo acuerdo siempre que uno de los padres manifieste no soportar a su ex, la custodia compartida resultaría imposible. ¿Y quién sería el mayor perjudicado de tanta falta de tolerancia o de tan abundante odio? Sin lugar a dudas los menores, que desean compartir su tiempo a partes iguales con su papá y su mamá.