No contábamos con Trump, Bolsonaro, Vox, Pedro Sánchez o el brexit. Vivimos en un mundo político imprevisible que impide anticipar quién será el próximo presidente. Pero se puede anticipar la clave para llegar a la presidencia. El 28 de abril los votantes premiarán a quien mejor proteja la identidad nacional y de la integridad territorial frente a los ataques separatistas. Palpita en la sociedad hartazgo con los partidos pusilánimes con la corrupción y el secesionismo. Las posibilidades del PSOE pasan por mostrar que aprendió la lección de negociar con separatistas y por la hipótesis de reeditar el pacto con Ciudadanos.
El Partido Popular tendrá una fuga masiva de votos a Vox, pero confía en su poder territorial para cortar la hemorragia y en reeditar el pacto andaluz.
Lo ideal sería una gran coalición, como en las mejores democracias, donde las principales fuerzas primen intereses de Estado sobre ideologías, pero no tenemos políticos de altura para estas grandes decisiones.
Al menos, España necesita, sin duda, que el próximo presidente defienda la Constitución que nos ha traído la mejor democracia de la historia a este país. Nos jugamos que el futuro de España vuelva a manos de los españoles.