Hay textos que son difíciles de escribir. Como este. El tac, tac, tac del teclado suena a esta hora a algo parecido a una ráfaga de balas. La cultura de la violación, en vivo y en directo. Y aquí no pasa absolutamente nada. Ha sido como una patada en el estómago. Ver esas imágenes y abrirse a náuseas. Seguir con el estómago revuelto. Aunque la verdad, no sé qué íbamos a esperar de semejante basura de programa. Un tal Omar -que se dice hombre, aunque la verdad esa condición habría que dudarla- le dice a otro que es su momento. Que aproveche. Que se tumbe con ella, que la chica va muy borracha. La cultura de la violación en directo. ¿Consecuencias? Más bien pocas. Total, qué más da. Todo por la audiencia, que hay que reventar el audímetro en la siguiente gala.
Hay textos que son difíciles de escribir. Como este. Porque repasar la secuencia te hace dudar de la condición humana. Ese tal Omar remata su vomitona machista en la cumbre de la homofobia. ¿Cómo que no? ¿Qué es eso de que no te van esas cosas? ¿Es que no te gustan las chicas? Y aquí no pasa nada. La masculinidad tóxica hecha reality show. Y que más da. Si nos estamos volviendo trending topic. La barbarie machista nos da visibilidad. ¡No hagamos nada! Simplemente sigamos rebozándonos en la inmundicia. Dando alas a los que se creen que las mujeres son objetos. Que nos pueden usar. Y violarnos. Total, estaba borracha.