Esto va de poca democracia

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

26 jul 2018 . Actualizado a las 07:55 h.

Al apoyar la moción de censura, Marta entorpeció mi estrategia de defensa y mi estrategia política. Y eso no lo puedo consentir».  Este pudo haber sido el argumento para que Puigdemont lograra el control del PDECat. Y Mas, Arturo Mas, aquel gran político de la derecha catalana, iniciador de todo esto, no estaba allí.

Cuando hace meses los medios de comunicación descubrieron en un hotel de Madrid a Marta Pascal y al portavoz del PDECat en el Congreso en charla ocasional con Rubalcaba, tuve pocas dudas de que más pronto que tarde podrían circular los calificativos de tibios, sino traidores. Porque desde el año 2012, el del helicóptero de Mas, de eso se ha tratado. Antes del 6 y 7 de septiembre de 2017 Puigdemont hizo otra limpia de tibios en el Gobierno de la Generalitat.

La necesitaban para perpetrar el mayor ataque democrático de unos legisladores contra sus propias leyes. Por eso lo denunció allí Coscubiela: «No quiero que mi hijo Daniel viva en un país donde la mayoría pueda tapar los derechos de los que no piensan como ella». Siempre me sorprendió que no fuera entonces cuando el Gobierno popular se hubiera decidido a intervenir la autonomía. Aducen que no lo querían hacer solos, con su mayoría absoluta del Senado, y buscaban la lealtad de los socialistas (sic).

De los análisis de esta etapa en Cataluña y España me impactó Empantanados: una alternativa federal al sóviet carlista, de Joan Coscubiela, por su crudeza, realismo y su inusual autocrítica a su propia organización y a sus políticas, lo que aporta decencia y serenidad al análisis de lo sucedido. Incluidas la asonada parlamentaria del 6 y 7 de septiembre, los desgarros de las cargas policiales incomprensibles del 1 de octubre, inútiles para quienes las ordenaron, los titubeos de Puigdemont, su república diferida, el 155, la mayoría parlamentaria independentista con la CUP, y el fracaso en Europa -la nuestra- de una estrategia judicial de rebelión y sedición increíble.

Libre en Europa, con su toma del control del PDECat, Puigdemont ha vuelto a sus andares. Ahora es la Crida, que sigue a la ANC de Jordi Sánchez o a Junts pel Sí, y en la onda del populismo anti partidos busca encuadrar a cuantos se sitúan en el independentismo, con el escollo de ERC que se resiste a integrarse, para desde esa amplia y amable organización de masas -¿les suena?-, negar credenciales de catalanismo y democracia a cuantos se opongan a sus dictados pueblo a pueblo. Para luego volver a intentar someter a los catalanes no independentistas, tan minoritarios que, cuando se cuentan, son al menos la mitad. Pero todo se dirige a lograr un caudillismo autoritario y populista, un Viktor Orban húngaro, que hace de la parte el todo y que arrojará a las tinieblas a quienes digan no. Frente a ello, Trump, Putin, y muchos otros más próximos, lean el discurso de Obama en el centenario de Nelson Mandela. Suena bien y conforta.