Ortega representa el somocismo

Luis Grandal
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OPINIÓN

19 jul 2018 . Actualizado a las 08:34 h.

Nicaragua es de esos países que solo sale en los medios de comunicación cuando sufren una catástrofe natural o tienen un enfrentamiento civil con muchos muertos. Pero lo que se está cociendo en ese país tiene visos de una catástrofe mucho mayor y no precisamente natural. Podríamos estar a las puertas de un caso similar al de Venezuela.

La desobediencia civil frente al Gobierno de Daniel Ortega no es de ahora sino desde hace cuatro o cinco años y coincide en el tiempo con el declive de Venezuela, país de quien recibía ayuda y apoyo político. La institución que primero vio venir el deterioro fue la Iglesia católica, que en 2014 le planteó una agenda para abrir el diálogo político y escuchar al pueblo. Pero Ortega no hizo caso, se presentó a un cuarto mandato y ganó las presidenciales en una votación que muchos observadores consideraron amañadas. ¿Por qué la Iglesia católica está interviniendo? Porque lo quieren todas las partes, incluso Ortega, pero sobre todo porque así se lo demanda el pueblo nicaragüense.

La represión del Gobierno comenzó en abril de este año por unas fallidas reformas de la seguridad social, aunque esto fue la gota que colmó el vaso, dado que una mayoría de la juventud con sensibilidad ecológica inició la protesta por unas concesiones madereras en la reserva de la biosfera de Bosawas, la primera reserva forestal de Centroamérica y la tercera del mundo. La corrupción y la vista gorda del Ejército prendió la mecha. Lo que comenzó siendo una protesta juvenil ahora ya son todas las edades y capas sociales. Y todas con el mismo objetivo: exigir a Ortega que se vaya, acusándolo de corrupción y abuso de poder. La respuesta del Gobierno fue echar gasolina al fuego: más de 300 muertos en la represión.

Pero Ortega no está solo. Como todos los sátrapas tiene una guardia pretoriana en el Ejército porque la policía es incapaz de controlar a las masas. Y posee también un cuerpo de paramilitares e incluso de otros apoyos, que planifican con mentalidad militar, a los que Henry Ruiz, uno de los nueve comandantes del Frente Sandinista en los años ochenta -ahora enfrentado a Ortega- ha puesto nombres y apellidos: Edén Pastora (ex guerrillero histórico), Francisco López (tesorero del FSNL), Fidel Moreno (enlace con los gobiernos municipales), Lumberto Campbell (el bailarín), vicepresidente del Consejo Supremo Electoral, y de un general del que no da nombre ni apellidos.

Ortega quiere perpetuarse en el poder con una dinastía, como los Somoza. Para ello no duda en ejercer el nepotismo. Ha colocado a su extravagante mujer, Rosario Murillo -que está en la new age más que en la realidad-, como vicepresidenta y portavoz del Gobierno, y sus siete hijos están en posiciones de poder. Especialmente Laureano Facundo, que mantiene lazos con China. Carlos Enrique, Juan Carlos, Daniel Edmundo y Maurice Facundo dirigen los canales 4, 6, 8 y 13, todos comprados con fondos de la cooperación venezolana. Maurice está casado con la hija del jefe de la Policía Nacional y Rafael, que tiene rango de ministro, distribuye el petróleo que viene de Venezuela. ¿Y estos representan la revolución nicaragüense? ¡Venga ya! Daniel Ortega solo representa lo peor del somocismo.