La caja de Mariana

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

27 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Mariana viajó a Vietnam, como hace habitualmente por motivos de trabajo, y antes de regresar decidió, para aligerar su equipaje, mandar a casa por correo una caja con algunas cosas, unas camisetas, una bolsa de anacardos, efectos personales... La caja, claro está, llegó un mes más tarde que Mariana. Ahora hace semanas que la custodian en el aeropuerto de Barajas los servicios de correos soviéticos de la época de Kruschev que tenemos en la España de Rajoy. Los funcionarios bolcheviques se divierten a costa de Mariana. Le van pidiendo papeles, billetes de avión, visados, carnés, listados. Uno de cada vez. Los ingleses medían la solidez del imperio por el servicio de correos. Y a mí me parece una medida tan sabia que creo que en el museo de pesas y medidas de París, junto al metro de platino iridio y el péndulo de Foucault, debía guardarse una carta debidamente franqueada. Yo voy a Correos dos veces a la semana desde hace quince años. Lo he calculado y me salen 1.560 días, cada uno de los cuales me hicieron sentirme un aguafiestas, alguien que viene a molestar, un intruso. A veces se me ocurre que debería escribir un libro de anécdotas o de chistes sobre mis visitas. Por ejemplo, cuando me atendieron comiendo pipas o cuando me preguntaron ellos a mí sobre la tarifa postal de la ciudad de León. Cosas de risa, de risa amarga. Cosas, como la educación o la natalidad -un problema mucho más grave que Cataluña-, cosas de la Galicia de Feijoo, de la España de Rajoy.