Labo: juego y educación

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

03 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El Día del Trabajo me lo pasé jugando... y currando al mismo tiempo. Básicamente se trataba de probar los nuevos kits de Nintendo Labo, que fueron lanzados el viernes en Europa (una semana después que en Japón, América del Norte y Australia). Había mucha expectación sobre esta innovadora forma de fusionar las consolas con el juguete tradicional y, sobre todo, sobre si merece la pena gastar 70 euros en unas planchas de cartón. Y la respuesta es sí.

En la caja (Kit variado) encontramos 28 planchas, dividas por colores en función de los objetos que vamos a crear con ellas; una bolsa con cuerdas, cintas de goma, arandelas y pegatinas reflectantes; y la tarjeta que debemos insertar en la Nintendo Switch y que contiene el software con las instrucciones de montaje y los diferentes juegos.

Con la ayuda de mis sobrinos nos pusimos manos a la obra. La primera parte del proceso, la construcción de los Toy-con o figuras que nos permiten interactuar con la consola y sus mandos, es la más singular. Hay que extraer las piezas troqueladas en cada plancha y seguir las indicaciones que nos dan en la pantalla. Es como montar un Lego, pero con piezas de cartón: lleva su tiempo (la caña de pescar, la casa o el piano implican entre 90 minutos y tres horas cada una), hay que estar atentos para no equivocarse y tener maña para doblar pestañas y encajar las distintas partes. Todo se hace sin tijeras ni pegamento, solo con las manos.

Algunos niños se aburren, abandonan al poco de empezar, y vuelven cuando la figura toma forma; otros se enganchan y disfrutan de todo el proceso. Es una actividad ideal para una familia en una mañana de domingo. Una vez terminada una figura, es sorprendente cómo se transforma en combinación con la pantalla y los controles de la Switch. Algo analógico y aparentemente endeble como el cartón se convierte en un juguete digital. Los juegos tienen esa mezcla de diversión e ingenuidad que caracterizan a Nintendo y que hace disfrutar tanto a pequeños y mayores. Una tercera pata del sistema Labo es descubrir cómo funcionan los Toy-con y para qué sirven los sensores de movimiento, giroscopios, acelerómetros y motores de vibración que hacen que cobren vida. Construcción, juego y aprendizaje. El videojuego, más que nunca, no está reñido con la educación.