Eufemismos bélicos

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

21 abr 2018 . Actualizado a las 09:32 h.

En estos días de episodios bélicos en Siria y de guerras abiertas o encubiertas en el mundo político vuelven con fuerza los eufemismos bélicos. El Diccionario da una definición de eufemismo muy clara: «Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante». Podríamos añadir que es también una forma de eludir mencionar por su nombre personas o cosas por razones de conveniencia u oportunidad. Así, nos hablan de reajuste de precios cuando estos suben, mientras que cuando bajan se proclama eso, que bajan. O de desequilibrios territoriales cuando de lo que realmente se trata es de desigualdades.

Los eufemismos bélicos, ideados por quienes quieren ocultar la crudeza y las consecuencias de sus acciones, están prohibidos en muchos periódicos, pese a lo cual se cuelan por cualquier resquicio. Estos días hemos leído que en el ataque a Siria del pasado día 14 los blancos fueron elegidos tanto por su papel en el programa de armas químicas como porque el riesgo de «daños colaterales» allí era muy pequeño. Daños colaterales es un eufemismo que tomamos del inglés collateral damage para designar los causados a personas por un ataque cuyo fin, real o aparente, era otro. Es una forma de evitar hablar de víctimas civiles que ideó el Ejército de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam. Durante la primera guerra del Golfo se usaba para referirse a la población civil iraquí víctima de los bombardeos. Hoy rebasa el ámbito bélico y tiene usos figurados. Así, nos informan de los daños colaterales del partido entre el Juventus y el Madrid (una posible sanción a Sergio Ramos), de los primeros daños colaterales del caso de Cristina Cifuentes en la Universidad Rey Juan Carlos (la dimisión de la subdirectora del Instituto de Derecho Público) o de los que nos advierten que puede tener una guerra comercial global.

Otro eufemismo bélico de libro es fuego amigo, que es el disparado por los nuestros que nos alcanza a nosotros o a otros de nuestro bando. Esta expresión se empleó mucho estos días para situar en el PP el origen de la crisis académica de la presidenta madrileña. Así se evita nombrar a quienes aprietan el gatillo. Como se logra no hablar de genocidio cuando se menciona lo que está pasando en Birmania designándolo con un más aséptico limpieza étnica.

Quién nos iba a decir que las guerras, las de verdad y las figuradas, iban a enriquecer nuestros recursos expresivos.