¿Dónde están los insectos?

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

05 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En los últimos años numerosos estudios científicos han documentado la disminución de la diversidad de insectos en diferentes áreas del planeta. Los grupos afectados son variados y las causas múltiples, pero los expertos atribuyen esta disminución a la transformación y destrucción de los hábitats naturales, a la existencia de plagas y a la exposición continuada a sustancias como los neonicotinoides, entre otras.

Las consecuencias son obvias y múltiples, ya que, además de la pérdida de biodiversidad, el declive afecta a muchos otros procesos naturales como los procesos de polinización o la alimentación de aves como el petirrojo, las currucas, etc., cuya dieta depende de los insectos. Adicionalmente, la disminución de los insectos tendrá importantes consecuencias en las cosechas de aquellos cultivos que dependen de los polinizadores.

Coloquialmente, han denominado al fenómeno el «efecto parabrisas» que trata de ilustrar de manera sencilla lo que está ocurriendo. Para ello, apelan a que recordemos nuestros viajes en coche hace unas décadas, en las que los parabrisas terminaban cubiertos de insectos muertos, y lo que ocurre en la actualidad, en donde tras un largo viaje los parabrisas aparecen más o menos limpios de cadáveres de insectos. Cualquiera puede darse cuenta de que ese efecto es real.

Es verdad que en algunos casos se ha documentado que muchas especies de insectos van modificando sus áreas de distribución desplazándose hacia el norte, como consecuencia del cambio climático, pero esas migraciones, lejos de tranquilizarnos, deberían preocupar todavía más. A medio plazo, la supervivencia de estas especies se verá comprometida si la actual tendencia de calentamiento persiste en el tiempo.

Yo recuerdo la abundancia de mariposas nocturnas en las noches de Sargadelos o la presencia continua de luciérnagas y grillos en zonas costeras, donde hoy casi han desaparecido. He visto la desaparición masiva de nidos de insectos, como consecuencia de los incendios, y cómo los patrones de aparición de algunas especies de mariposas se van modificando en el tiempo. Pero más allá de nuestros recuerdos personales, la evidencia científica muestra que nos encontramos ante un patrón general al que deberíamos prestarle más atención.

Como ejemplo, un reciente estudio ha mostrado cómo la supresión de una única especie de abejorro, dominante en pastos de montaña, modifica los patrones de visitas a las flores de una amplia gama de polinizadores presentes en el sistema, desde otras especies de abejas hasta mariposas, escarabajos, etc. Otro estudio, realizado en áreas protegidas de Alemania, concluye que en tres décadas se han perdido el setenta y cinco por ciento de los insectos voladores. En síntesis, el problema va mucho más allá del conocido declive de las poblaciones de abejas de la miel.

Sin duda los insectos pueden resultar molestos, a veces nos pican y hasta tienen la osadía de colarse en nuestras cervezas; conozco gente que adora el campo, «salvo por los bichos». Reconozco que a quien le ataca una avispa está en su derecho de desear durante unos minutos una crisis global de estos «bicharracos». Sin embargo, abejas, hormigas o moscas desempeñan funciones cruciales para el planeta.

Por ello, cuando en su próximo viaje observen el llamado «efecto parabrisas», no se alegren de que el cristal este limpio, pregúntense: ¿Dónde están los insectos?