Sí: ¡Hartos estamos ya del secesionismo!

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Nicolas Carvalho Ochoa | DPA

17 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los líderes secesionistas catalanes son como esos vecinos maleducados e insolidarios que pueden convertir la convivencia de un edificio de pisos en una auténtica tortura. Hablo del tipo de gente individualista y egoísta que conoce todo el mundo, bien por experiencia propia, bien, con suerte, de oídas solamente: la que deja la basura en cualquier parte, hace ruido a todas horas sin pensar que puede molestar a los demás, no cumple las normas pactadas y se empeña en que se haga siempre su santa voluntad. Esos vecinos insoportables que están convencidos de que quienes les piden que se comporten según las reglas están equivocados, pues solo ellos tienen la razón.

Los líderes secesionistas catalanes han sometido a un país de cuarenta y seis millones de habitantes a sus caprichos delirantes, poniendo patas arriba la agenda política española, dañando la economía regional y nacional y deteriorando, con sus baladronadas y mentiras, el prestigio que este país se ha ganado a pulso con su esfuerzo. Oriol Junqueras, Carles Puigdemont, Artur Mas, los dos Jordis -Cuixart y Sánchez-, Forcadell y compañía han hecho todo lo posible para destrozar la convivencia en Cataluña y romper los vínculos históricos profundos que ese territorio español tiene desde hace cientos de años con el resto del país.

Los líderes secesionistas catalanes han violado la Constitución, infringido las leyes, desobedecido a los tribunales y pateado las más elementales reglas democráticas. Han jugado con fuego, llamando a una rebelión en las calles que sabían fracasado de antemano. Han sometido a nuestro Estado constitucional a la mayor tensión de las cuatro últimas décadas, forzando la aplicación de un artículo de la Constitución que ni los más pesimistas de quienes la votaron pensaron que habría necesidad de utilizar en el futuro.

Los líderes secesionistas catalanes saben ya que han perdido por goleada la partida de su rebelión contra el Estado democrático, pero creen que el hecho de haber obtenido en las últimas elecciones autonómicas cinco escaños más que los no independentistas (aunque no más votos, sino menos) les da derecho a seguir con su matraca ya insufrible: continuar violando la ley y haciendo de la democracia capirotes.

Los líderes secesionistas catalanes se han empeñado ahora en hacer presidente de la Generalitat a un político fugado de la justicia, que vive en Bruselas y que ha decidido no volver a España para no tener que hacer frente a las responsabilidades penales derivadas de sus actos. Y para lograr ese objetivo demencial están dispuestos, ¡otra vez! a violar todo lo violable y patear todo lo pateable: el Estatuto y las leyes catalanas, los dictámenes de los letrados del Estado y del parlamento autonómico, las reglas democráticas más obvias y el sentido común más elemental.

Por eso, con sobradísimos motivos, es cierto: ¡Estamos hartos de vosotros! Sí, hartos de vuestro convencimiento intolerable de que tenéis derecho a lo que no nos está permitido, ¡ni se nos ocurriría hacer!, a los demás.