Tres razones por las que se sigue diciendo no a heredar

Alberto Vaquero TRIBUNA

OPINIÓN

09 ene 2018 . Actualizado a las 09:10 h.

Heredar no sale gratis. A pesar de que en nuestra comunidad existen importantes ventajas fiscales para ello -tanto si es por la vía del fallecimiento del causante como si se trata de un pacto sucesorio, las denominadas herencias en vida, algo solo posible en ciertas autonomías-, el número de renuncias de herencias en Galicia va en aumento.

Según la estadística del Consejo General de Notariado, en el 2007 en Galicia hubo 544 renuncias de herencias o legítimas, el 4,9 % del total nacional; en el 2016 ascendió a 2.323, un aumento del 7,1 %, y todo esto a pesar del buen tratamiento que tienen las transmisiones mortis causa en el territorio gallego. Desde luego, nada comparable a lo que sucede en Andalucía o en el Principado de Asturias.

¿Qué razones permiten justificar este comportamiento en Galicia? En primer lugar, la carga que supone recibir una herencia, ya que heredar implica tener que enfrentarse también a las deudas que arrastran los bienes, en especial, las hipotecas de los inmuebles; y en esto la crisis económica que afectó al mercado inmobiliario y el crecimiento del precio de la vivienda tienen en gran parte la culpa. También los créditos que en su momento pidiera el fallecido, que conforman la masa hereditaria bruta percibida por el receptor.

La segunda razón es que muchas de las ventajas fiscales, por ejemplo, una escala con tipos reducidos o una elevada reducción en la base imponible, solo son aplicables a herederos directos (hijos, padres y cónyuge del fallecido).

Y en tercer lugar, la adaptación de la normativa nacional del impuesto de sucesiones y donaciones a la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea del 2014 solo es aplicable si el fallecido era residente en un país comunitario distinto de España, con independencia de si el heredero reside o no en España. O lo que es lo mismo, se pagaría mucho más por una misma herencia si el causante reside en Argentina que si lo hace en Francia. Y como la emigración gallega se orientó a países latinoamericanos, el esfuerzo fiscal en el primero de los casos será mayor.

Finalmente, es evidente que la liquidez de muchos contribuyentes, tras la peor crisis que ha pasado el país, no puede enfrentarse a satisfacer el pago de las obligaciones que supone la herencia. Hace falta una reformulación en profundidad a nivel nacional del impuesto. ¿Cuánto más tenemos que esperar?