Con buenos y malos y sin herejes

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

22 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Inicié la jornada electoral de Cataluña sorprendido, pero no tanto, de que Rajoy se reivindicase de los buenos. No me llegó la voz de Carles Puigdemont desde Bruselas ni la de Oriol Junqueras desde Estremera, pero seguro que se reivindicaban de lo mismo. Hace años que tal simplificación no aporta soluciones, no resuelve problemas, ni los míos, ni los suyos. Tampoco los de España, Galicia o Cataluña. Pero enreda y entretiene. También da réditos políticos.

Cabe elegir, algo tan personal, a quienes considerar en cada caso como los buenos o los malos. E incluso un juez de paz, si tal hubiere. El triunfo de ayer por la noche será amargo. O, por lo menos, agridulce.

Cataluña no debió ser, no deberá ser, nunca gobernada en contra de su otra mitad. Da igual que sea esta la constitucionalista o la secesionista. Tampoco ahora será posible hacerlo. Porque Cataluña coexistirá en sus mitades, mitades políticas polarizadas, mitades territoriales, mitades demográficas. Y por ello es imposible el «a por ellos», como por ello fue imposible el procés. Con estos resultados solo es posible esperar que lleguen políticos capaces, que nieguen su verdad y acepten la de los otros. Se necesitan políticos herejes que dejen que un credo se acerque al otro, porque sin ellos Cataluña y España se irán agotando, y con ellas los ciudadanos.

La lectura de los resultados electorales se sintetiza con la victoria incontestable de Ciudadanos y de Inés Arrimadas, el renacimiento de aquella Convergencia sostenido en reivindicar la legitimidad, su legitimidad, planteada por Junts per Catalunya, la tristeza de Esquerra por su doble derrota y un tímido sostén al PSC. Destaca la debacle radical del Partido Popular, que se añade a aquella que tuvo ya en el País Vasco y a la debilidad cosechada en Valencia y en Madrid, lo que le dificultará el gobierno de España y, quizá, le coloque en una posición incómoda en la Unión Europea. Por último, subrayar el desinterés de los ciudadanos por dos fuerzas que eran de futuro, los comunes y la CUP.

Luego del 155 suave, y de la acción de la justicia, viene una mayoría absoluta de los independentistas que deja las cosas donde estaban. Ellos resisten, por su mérito propio o el demérito de los otros. Y a pesar que no se vislumbran los herejes, no por ello dejan de ser necesarios si queremos evitar el conflicto imposible de siempre, tan trabajado, en Cataluña y en España. Porque los catalanes insisten en ser los que se muestran elección tras elección. Y a todos nos obliga encontrar una solución. Por más que nos desborde.