Gracias, mayoría silenciada

Alicia Villasante INTEGRANTE DE LA ASAMBLEA POR LA ESCUELA BILINGÜE

OPINIÓN

Paco Freire| dpa

08 dic 2017 . Actualizado a las 09:25 h.

Hace años me di cuenta de que algo estaba pasando en mi tierra. Coincidió con el inicio de la educación infantil de mi hija, en la primera reunión: cuando pregunté, me dijeron que hasta primero de primaria no impartirían castellano. Poco a poco comprobé cómo la lengua, la cultura y el sentimiento español eran arrinconados en el corazoncito de mis niños. Deseo que mis hijos amen la lengua y la cultura catalana -y lo hacen- pero no en detrimento de su otra lengua y de su otra cultura. Quiero que sumen, no que resten. Estaba claro que algo pasaba y yo temía que esto acabara en una fractura social. Es obvio que pasados ocho años esto ha ocurrido. Durante este tiempo he sentido preocupación, rabia, resignación, inconformismo, he tenido varios frentes abiertos. Educar a mis hijos y dar respuesta a: «Mamá mi amigo me ha dicho que España bla, bla …», poner freno a la falta de neutralidad de las entidades educativas, callar en ocasiones ante situaciones para mí injustas... En la actualidad todo esto ha cambiado, porque después de lo ocurrido estos últimos meses directamente nos han roto el corazón a aquellos que nos sentíamos catalanes y españoles. Veíamos, a través de los medios de comunicación, cómo el Govern nos hacía cada vez más invisibles de lo que ya éramos. Las caceroladas a las tantas de la noche, la declaración de la DUI, la suspensión… Vivimos frente al televisor y al móvil con mucha angustia, con incertidumbre, en ocasiones con ganas de cerrar los ojos y vernos en otro lugar. El día 8 de octubre todo cambió, esa mayoría silenciada salió por primera vez en masa a la calle, me da igual las cifras. Éramos muchos, muchos… No nos podíamos mover, bajamos por varias calles porque no cabíamos, la gente estaba feliz, emocionada, se nos caían las lágrimas y nos preguntábamos: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí si somos tantos? Familias rotas, amigos enfadados, grupos de chats boicoteados por mensajes partidistas inoportunos. En los colegios punto y aparte, no voy a entrar. Niños incómodos, eso sí, pero todos son compañeros. Esa manifestación desacreditaba todavía más todo lo hecho por el Govern, que donde no llegaba la ley, ahí tenía esa multitud que le apoyaba. Solo quiero que quede clara una cosa: todos somos buenos catalanes, los unos y los otros, todos queremos a nuestra tierra, Cataluña, todos habíamos convivido hasta ahora en paz, pero desgraciadamente ahora veo el tema muy complicado. Seguro que hay muchas causas para entender lo que está sucediendo. Lo que sí tengo claro es que la mayoría silenciosa ya no va a callar nunca más. Queremos que se respeten nuestros derechos, queremos ser españoles y catalanes, queremos que nuestros hijos se sientan orgullosos de serlo, queremos poder decidir si nuestros hijos van a estudiar en un sistema trilingüe, pero también queremos a los otros catalanes que no opinan como nosotros. Ahora somos muchos de uno y otro lado, ahora el problema no son los gobiernos central y autonómico, ahora el problema es qué hacer con los catalanes divididos, doloridos, enfrentados, enfadados, pero con esperanza. Quiero acabar este artículo dando las gracias a todas esas personas que se han atrevido a alzar la voz, a sacar sus banderas, a acudir a las manifestaciones diciendo: «Basta ya, nosotros estamos aquí, y queremos seguir siendo catalanes y españoles». Nos hacía falta ese soplo de aire fresco.