Intolerables goles que no educan: 25-0

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

12 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Estoy en contra de la tormenta arrasadora de lo políticamente correcto. Me apena que se pida la retirada de un audiolibro en los países nórdicos de la mítica Pippi Calzaslargas, porque la niña vive sola, esencia y clave de la maravillosa historia de la chica zanahoria. Como es un drama que en Estados Unidos quieran tachar párrafos del Huckleberry Finn, de Mark Twain, porque, dicen, que, leído con el tiempo, es esclavista y racista. Claro. Así era aquel tiempo, cuando fue contado. Llevo mal el imperio de lo correcto que obliga a escribir femeninos y masculinos en las profesiones. ¿Yo no me siento malparado por que siempre me hayan llamado periodista y no periodisto? Como estoy seguro que la inmensa mayoría de policías no quieren ser policíos. Pero en todas estas operaciones cosméticas de lo políticamente correcto, hay una con la que estoy totalmente de acuerdo y que publicó La Voz. Es la de terminar con las goleadas sin sentido y abusivas en las categorías de los más pequeños. Si algo queda digno en el podrido mundo del fútbol, son las categorías inferiores (deberíamos llamarles categorías superiores al lado de la ponzoña de mucho fútbol profesional) y de aficionados. No tiene sentido el 25-0 contado por este periódico y que dio pie a que los clubes y las federaciones actuasen para ahorrar un bochorno a un crío que lo que tiene que hacer es jugar y educarse, no llevarse una paliza en la que no hay ni partido. Sucede en baloncesto, con partidos que terminan 86-0. En balonmano, 40-1. No educa. No forma. No divierte. Hay entrenadores excesivamente competitivos, que creen que van a entrenar un día al Real Madrid, que solo ponen a los buenos del equipo y los mantienen todo el tiempo. No es así. Tienen que jugar todos los chavales y no solo dos minutos. Ya crecerán e irán encontrando su sitio las supuestas figuras.

Esas goleadas encima están jaleadas por otro punto en el que hay que actuar: los llamados padres hooligans. Son muchos, demasiados, los que se creen que tienen un Messi o un Cristiano en casa.

Y es horrible escuchar cómo le llaman «paquete» a otro niño pequeño que estorba a su genio. No más violencia verbal contra chavales que jugando al fútbol están aprendiendo algo que jamás olvidarán en sus vidas: trabajar en equipo, por ejemplo.