Chiquito de mi corazón

Manuel Manquiña

OPINIÓN

12 nov 2017 . Actualizado a las 10:18 h.

Ayer prolongaba mi sueño más de lo normal. Estaba cansado, los viernes, ya se sabe. Serían las diez cuando a mi mujer le pareció que había descansado suficiente y vino a despertarme. Es un riesgo despertar a alguien sin una excusa clara. Te arriesgas a que te den un grito o te tiren un zapato. Bueno, este no sería nunca su caso, la quiero demasiado, pero aún así hay que tener un buen motivo y ella estaba segura de haberlo encontrado. Se colocó a los pies de la cama y anunció como un disparo: Manqui, se murió Chiquito de la Calzada. Lo dijo así, como si lo hubiera decidido él y no fuera a causa de alguna enfermedad. Y posiblemente sea cierto. Desde que se quedó sin su Pepita estaba de bajón, sin mucho humor. ¡Qué paradoja! ¡Chiquito sin humor! No pudieron tener hijos y se tenían el uno al otro. Su ausencia le pesó demasiado, se lo confesó a Bertín en su programa.

Solo vi a Chiquito personalmente una vez. Yo estaba de promoción en Crónicas Marcianas y nos alojábamos en el mismo hotel. Coincidimos en el ascensor. Bajaba con su pantalón negro, su camisa de estampados imposibles y sus zapatos de charol. Y, naturalmente, su Pepita. El rey del «Fistro», del «Candemor» y del «Norrr» se fue para siempre. Nos deja su lenguaje único, su mímica, sus paseos y saltitos por el escenario. El genio capaz de convertir chistes malos en historias delirantes que deseabas que nunca terminasen está ya en el cielo de los mejores. Eugenio, Tip, Coll, Gila y tantos otros lo habrán recibido como se merece. Esta noche en el cielo habrá cachondeo. Los angelitos se reirán por algo más que «La Gracia de Dios». Habrá una gran velada. ¡De humor, naturalmente!