A toda vela en «snipe»

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

30 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es cierto que el poco viento que sopla en el Quijote lo hace para mover las aspas del molino que tumban al viajero y lo dejan maltrecho y malhumorado. Pero el viento la mayoría de las veces ha servido para inflar las velas de las embarcaciones y llevar a Ulises a casa o a Cristóbal Colón al Oriente por el camino más corto y toparse de paso con el continente americano. 

Las dornas de la Ría de Arosa o las falúas del Nilo, los barcos vikingos que llevaron a Erik el Rojo a Terranova o el galeón de Manila, que unía en línea regular la Nueva España con las Filipinas a través del Océano Pacífico (conocido entonces por el Spanish Lake), el Demeter, que lleva a Drácula, transformado en perro rabioso, a las costas de Inglaterra o el Snark de Jack London, que en lugar de un yate resultó ser una patata... todos ellos eran impulsados por Eolo.

El hombre en sintonía con la naturaleza, navegando a la ventura de los vientos. A veces un barco era destrozado contra las rocas, como la Meduse en Etiopía o el Serpent en Galicia. Otras daba la vuelta al mundo como la Victoria o el Beagle. Luego vinieron las máquinas, y el trapo fue relegado con el tiempo al deporte o la aventura.

Pues bien, esta semana se celebra en A Coruña el campeonato del mundo de snipe. Centenares de navegantes se echarán al mar de la bahía con sus pequeños barcos, para recordarnos cómo viajaban nuestros tatarabuelos, cómo la humanidad pudo dejar sus playas y salir a pescar o a comerciar.

Y ahora se trata de ver quién vence antes, quién llega primero.