Cuántas denuncias podemos aguantar

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

19 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Lamento profundamente tener que hablar otra vez del Partido Popular y su financiación por lo menos irregular en la Comunidad de Madrid. Lo lamento porque a veces nos tenemos que preguntar si alguien está moviendo los hilos de una campaña de desprestigio o si habrá algún tipo de fuego amigo que dispara con intenciones inconfesables. Pero todo lo que comento en los últimos días está basado en investigaciones de la UCO, Unidad Central de Operaciones de la Guardia Civil, y la Benemérita no participa en campañas ni es usada para conspiraciones. Lo último que se ha difundido con su firma es que el PP desvió dinero de falsos cursos de formación para financiar la campaña de las elecciones generales del 2008. 

La información policial es demoledora. Contiene todos los ingredientes para hablar de una financiación ilegal premeditada, preparada en todos sus detalles, con sus empresas interpuestas, de cuentas, cursos nunca realizados, pagos en negro, llamativos movimientos de cuentas y otra vez la Fundescam en el entramado de esos ingresos y gastos. De confirmarse todo, estaríamos ante los indicios de un delito propio de grandes defraudadores, pero con el agravante de haber sido cometido -siempre supuestamente- por la fuerza política que nos iba a convencer de la necesidad de contribuir de forma decente con nuestros impuestos. Viva la ejemplaridad.

Pongo por delante lo más obvio: el informe de la UCO no es una sentencia judicial; solo es un informe incorporado al sumario de la operación Púnica que la Justicia tiene que valorar y calificar. Pero es que van muchas, señores; muchas sospechas, muchas denuncias, muchas publicaciones de irregularidades, incluso muchas sesiones parlamentarias en las que la corrupción o la financiación parece la única preocupación de los representantes del pueblo español. Este último miércoles, en la sesión de control, no se preguntó al presidente del Gobierno por otra cosa. ¿Cuánto tiempo puede aguantar un país este diluvio de acusaciones, envueltas a veces en papel de estraza de grandes conspiraciones, sin provocar la ira del ciudadano?

Este cronista cree que ya aguantó demasiado. Y los escándalos, supuestos o reales, se van acercando cada día más a la actualidad. Están dejando de ser hechos «del pasado», como dice la literatura oficial. Ya estamos en el 2008, que corresponde en su totalidad al mandato del actual equipo directivo. O la Justicia sentencia con rapidez todo esto para señalar culpables o proclamar inocencias, o el PP se desnuda ante la opinión. No se puede vivir eternamente en estado de denuncia, de sospecha y de maligno rumor.