La visita que la canciller alemana Merkel hizo a la Casa Blanca sirvió para que el presidente Trump le recordase que Alemania debe a la OTAN y a EE. UU. grandes sumas de dinero por la defensa que los americanos hicieron de ese país durante casi medio siglo, todo a costa del presupuesto estadounidense. El mensaje se lo transmitió a la señora Merkel, pero era para todos los dirigentes europeos: «Muchas naciones deben grandes sumas de dinero a la OTAN y eso es muy injusto para Estados Unidos, y estas naciones tienen que pagar lo que deben». Estas palabras dejaron atónita a Merkel en la conferencia de prensa, pues en ellas se trasluce un pensamiento empresarial más que estratégico.
En cierto modo, es comprensible que un líder como Trump, acostumbrado al examen de la situación de EE. UU. y UE, lo haga en términos económicos, pensando en las sumas que se gastan los americanos para la defensa de Europa, en comparación con lo poco que se gastan los europeos que, juntos en la UE, son como un país muy rico.
Merkel, repuesta de la sorpresa, ha respondido que van a gastar más en defensa, pero se debe reconocer que Europa gasta mucho en defensa de los derechos humanos y en misiones de paz de la ONU. Así, se evidencia que a Trump le preocupan otros frentes más que el europeo, como el de China y Corea del Norte, el de Oriente Medio o la misma Rusia, que acaba de botar el submarino nuclear más grande del mundo.