Vivimos en una sociedad en la que todo tiene su fiesta, su día: fiesta de la filloa, fiesta del salmón, fiesta del cocido, Día del Libro, entre muchas otras. Se trata de jornadas festivas, en las que se reconoce, se disfruta y se promueve un producto gallego de excelencia, que en realidad se ha de consumir a lo largo de todo el año. Son manifestaciones culturales, beneficiosas y que recibimos con agrado.
En esta línea, pero subiendo notablemente el tono, nos encontramos el Día das Letras Galegas. Con las letras se forman palabras y con las palabras se organiza una lengua, un instrumento con el que comunicamos a los demás nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Es la magna celebración de la palabra, elemento de comunicación fundamental, que todos compartimos con orgullo. Reconocemos, disfrutamos y promovemos este singular don y a quienes han sabido utilizarlo con maestría. Pero no olvidemos que la palabra es cosa de todos los días.
En la actualidad hay algo a lo que debemos logros tan importantes como que nuestra expectativa de vida se haya alargado notablemente, que podamos viajar cómodamente a cualquier lugar del mundo, que nos podamos comunicar con los demás en cualquier momento y lugar, que podamos ver en directo lo que ocurre en cualquier punto del planeta y tantas cosas más, que configuran lo que hoy conocemos como bienestar social. Ese algo se llama ciencia.
Si hoy, de pronto, nos retirasen todo lo que la ciencia nos ha proporcionado, la mayoría de nosotros probablemente ni existiríamos y, en todo caso, volveríamos a la vida de la Edad Media. Además, hoy existe un consenso general en considerar que la ciencia es el motor del desarrollo socioeconómico de los países avanzados, por lo que se convierte también en la esperanza del futuro. Es además el motor de un cambio cultural sin precedentes.
Sin embargo, y aun reconociendo mejoras en esto, socialmente hablando la ciencia todavía es la gran olvidada. Hace tan solo 10 años, por iniciativa de la Real Academia Galega de Ciencias (RAGC), se instituyó El Día de la Ciencia en Galicia, inicialmente llamado Día del Científico Gallego. Por fin la ciencia tiene también su día. Este año será el 4 de Octubre y estará iluminado por la figura del Padre Baltasar Merino, estudioso de la flora gallega, meteorólogo de relieve e iniciador en Galicia de la Química Atmosférica. Pero no olvidemos que la ciencia en Galicia ha de tener su lugar todos los días del año, porque a sus expensas experimentamos la mayor parte de nuestras vivencias.
La RAGC se esfuerza en institucionalizar este día, en lograr que sea un día de celebración para todos los gallegos y un símbolo de la Galicia moderna, que todos deseamos.