Ahora lo que importa es el chaval

Rafael Arriaza
Rafael arriaza LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

04 mar 2017 . Actualizado a las 09:08 h.

Pilar Canicoba

Reviviendo ahora los minutos que siguieron a la dramática caída al suelo, inconsciente, de Fernando Torres el pasado jueves en Riazor me vienen varias cosas a la cabeza. La primera es que, afortunadamente, todo se desarrolló siguiendo el protocolo lógico y preciso que tenemos establecido para situaciones similares. Todo el mundo hizo lo que tenía que hacer para que todo quedase en un susto. Hasta el propio Fernando, que ha evolucionado sin complicaciones y está ya descansando en casa con su familia cerca de Santiago. 

La segunda es que, como ocurre no solo en el deporte, sino también en los demás ámbitos de la vida, es fundamental mantener la cordura. Mientras yo cruzaba el campo, Fernando Navarro se dirigía al entrenador y a una parte del cuerpo técnico del Atlético de Madrid en los instantes de tensión y nervios que siguieron a la pérdida de conocimiento de su tocayo y compañero diciéndoles -mientras unos se lamentaban angustiados y otros intentaban pergeñar la estrategia para el final del partido- que se tranquilizasen y que «ahora lo que importa es el chaval». Y tenía razón.

Por un lado, el sentido común le decía que en ese momento toda la atención debía centrarse en lo que estábamos haciendo: conservar libre la vía aérea para que el jugador pueda respirar, colocarlo en la llamada «posición de seguridad» para que si se produce un vómito no se corra el riesgo de que se ahogue, proteger la columna cervical para que si la caída ha causado una fractura no se agrave la situación por un movimiento incorrecto, colocarlo en bloque sobre una camilla y trasladarlo a un centro hospitalario para la observación y las pruebas pertinentes. Y por otra parte, como veterano de mil batallas que es, estoy seguro de que Navarro ya sabía que todos estaban deseando que el tiempo corriese para llegar al vestuario y recibir la noticia tranquilizadora, porque el resultado, siendo importante, no lo era más que el estado de un compañero. La cabeza no la tenían ya en el partido, porque entonces lo que importaba era el chaval.

Y esas reflexiones las puedo extrapolar más allá del deporte. Por un lado, me reafirman que en esta vida incierta que alguien definió como «un deporte de riesgo vital» es fundamental intentar tener claro lo que hay que hacer en las situaciones de crisis. Lo que hay que lograr es establecer los protocolos (realistas pero flexibles a la vez) para hacer lo que se deba hacer cuando aparece lo inesperado, porque si fuésemos adivinos ni Fernando Torres ni Álex Bergantiños habrían disputado ese balón aéreo.

Los protocolos de aviación les dan a los pilotos como primera instrucción si un avión pierde los motores: «¡Vuela tu avión!» y que otros se ocupen del resto de tareas. Y por otro lado, hay que mantener la cordura. No sacar las cosas de quicio, ponerlas en la perspectiva adecuada y saber qué es lo que de verdad importa. Y lo que importa es el chaval. Y que hagamos volar a nuestro avión hasta que aterrice con los menores daños posibles.